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Alborch dice que el papel de la cultura en el siglo XXI se ha de "repensar"

El cambio de milenio plantea nuevos interrogantes sobre el concepto de cultura. La aparición de nuevos protagonistas de la vida social, como la irrupción de las mujeres en la esfera pública, el papel de los nuevos medios de comunicación, o el fenómeno de la migración, hacen necesario "repensar" el papel de cultura desde una perspectiva "abierta", que contribuya a "engrandecer su carácter de diversidad, pluralidad y mestizaje". Este fue el mensaje que la ex ministra de Cultura Carmen Alborch lanzó la noche del viernes en la conferencia que, bajo el título En la frontera de un cambio cultural, clausuró la 16ª edición de la Universitat d"Estiu a Gandia (UEG). Una reflexión, dijo la diputada y escritora, que no pretende dar fórmulas, sino "plantear interrogantes" ante la constatación de una tendencia a la uniformidad y homologación de la cultura en la nueva sociedad de la globalización. Frente a esta realidad compleja, que algunos autores han definido como "la crisis de la modernidad", Alborch abogó por potenciar la diversidad de las identidades culturales, y propiciar una "cultura creativa", capaz de "reinventar la realidad a partir de imaginaciones plurales, diversas y dialogantes". "La cultura, y por extensión la educación, recuperarán entonces ese ideal ilustrado como factor irrenunciable de emancipación, igualdad, justicia, libertad y democracia", precisó. Tras la disertación de la ex ministra, la actuación del grupo de jazz y blues Dovrat Levy Quartet cerró la XVI edición de la UEG, que este año se ha caracterizado por un aumento de los cursos, hasta un total de 13, y de participación. No así las actividades abiertas, que se han visto reducidas considerablemente, echándose en falta el teatro en la calle y mesas redondas con invitados cualificados. Han sido más de medio centenar los profesores, y cerca de 800 los alumnos, que han abordado, desde una perspectiva multidisciplinar, el lema central de esta edición Ments i sentiments. La falta de una sede permanente ha vuelto a suponer este año un obstáculo para los organizadores, la Universidad de Valencia y el Ayuntamiento de Gandia.

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