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El Canal cierra los pozos del Jarama y devuelve su sabor original al agua

Vicente González Olaya

El agua de Madrid, que desde hace dos meses es mezclada con la procedente de 54 pozos con el fin de paliar los efectos de la sequía, recuperará en breve su fino sabor. El Canal de Isabel II ha decidido cerrar los pozos de Torremocha, que, debido a su alto contenido en cal, conferían al agua un sabor más amargo. El cierre se ha producido no por las quejas de los consumidores, sino por falta de caudal. Los pozos, que se alimentan del Jarama, no son capaces de recargarse, ya que el río discurre bajo mínimos.

Con una ligera sequía, el agua de Madrid sabe peor; con más sequía, mejor. Así pueden resumirse los avatares que sufren los paladares de los madrileños desde hace dos meses. El Canal de Isabel II decidió en mayo, ante la sequía que se avecinaba, inyectar a la red de abastecimiento general agua procedente de 54 pozos distribuidos por toda la región (20% del consumo), además del líquido procedente del trasvase del río Alberche. Las consecuencias gustativas se hicieron notar pronto. El sabor del agua empeoró, principalmente porque los pozos situados a la vera del río Jarama, en el término municipal de Torremocha, inoculan en la red un líquido con un elevado porcentaje de carbonatos cálcicos y magnésicos. Estas albercas, en vez de extraer el agua de las capas detríticas -las más profundas-, lo hacen de las superiores, donde existen muchos componentes cálcicos en suspensión. De esta manera, el agua que empezaron a beber los madrileños -sobre todo los de los barrios de Arganzuela, la ribera del Manzanares, Carabanchel, Usera, Moncloa y la ribera derecha de la Castellana- cambió de gusto. Se pasó de 15 grados de dureza en estos barrios a una cifra que oscilaba entre los 20 y 35.

Caudal ecológico

Dos meses después de poner en marcha estas medidas sigue sin llover suficientemente. Los ríos lo están sufriendo. El Jarama, de hecho, se encuentra bajo mínimos, y el Canal está obligado a mantener el denominado caudal ecológico (cantidad de agua suficiente que garantiza el mantenimiento de la vida piscícola en el río). Por ello, no puede seguir absorbiendo el líquido que se almacena en los pozos de Torremocha, ya que estas albercas también alimentan el caudal del Jarama. Ante esta situación, el Canal ha decidido cerrar estos pozos y aumentar la explotación del resto, principalmente los situados en Las Rozas y Majadahonda, cuya composición química es muy semejante a la de las tradicionales y míticas aguas del Lozoya. Por eso, el sabor del líquido que vierten los grifos madrileños volverá a mejorar. Los embalses madrileños se encontraban ayer al 61% de su capacidad, cantidad suficiente para garantizar durante aproximadamente dos años el suministro de toda la región. Precisamente, el Canal celebró ayer el último consejo de administración bajo la presidencia del consejero de Hacienda, Antonio Beteta, ya que en la próxima legislatura este organismo pasará a depender de la Consejería de Medio Ambiente.

En el último año, el Canal ha obtenido unos beneficios de 1.840 millones de pesetas y ha reducido su endeudamiento en 2.091 millones.

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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