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La Unión Europea vence la resistencia francesa para abrir negociaciones con Mercosur en el 2001

La Unión Europea logró ayer retirar del camino uno de los obstáculos que amenazaban con ensombrecer la primera cumbre de jefes de Estado con los países de América Latina, que se celebra la próxima semana. Francia cedió en su postura de intransigencia y admitió la propuesta española de que las negociaciones comerciales y políticas entre la UE y el Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay), por un lado, y con Chile, por otro, se inicien el 1 de julio del año 2001, dos años antes de lo que pretendía París. El acuerdo debe ahora ser ratificado por el resto de socios el jueves próximo.

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El espinoso asunto de las negociaciones con Mercosur y con Chile amenazaba con empañar el éxito de la primera cumbre América Latina-Unión Europea, prevista para los días 28 y 29 de este mes en Río de Janeiro (Brasil). Hasta ayer, Francia se había empecinado en que las negociaciones más delicadas, las que afectan dentro del capítulo comercial a las reducciones tarifarias -especialmente en los productos agrícolas- y a la liberalización de los intercambios en el sector servicios, no se iniciaran en ningún caso antes del 1 de julio del año 2003. Y que no se cerrara ningún acuerdo hasta que se hubiera completado la próxima tanda de negociaciones comerciales a escala mundial, la llamada Ronda del Milenio, en el seno de la Organización Mundial de Comercio (OMC). La Ronda del Milenio empezará a negociarse en noviembre próximo y los expertos estiman que tardará al menos cuatro años en completarse.

La presidencia de turno de la Unión Europea, que en este semestre ejerce Alemania, había aceptado la segunda exigencia francesa y propuso que la negociación se iniciara el 1 de julio del año 2002. Era una propuesta relativamente aceptable para Francia porque cumplía dos de sus objetivos principales: para entonces ya se habrían celebrado las elecciones presidenciales francesas (previstas para mayo del 2002) y España habría acabado su presidencia de turno de la Unión Europea, que le corresponde ejercer en el primer semestre del 2002.

Pero no era una propuesta aceptable para España, principal defensor de los intereses de América Latina en el seno de la Unión Europea. El argumento español era de peso: el mandato político para abrir las negociaciones se aprobó el 22 de julio de 1998, hace ya casi un año, como fruto de un proceso de apertura a los mercados latinoamericanos lanzado tras la firma de los acuerdos marco con Mercosur -el 15 de diciembre de 1995, durante el Consejo Europeo de Madrid- y con Chile -el 21 de junio de 1996-. A juicio de Madrid, Mercosur y Chile llevan ya demasiado tiempo esperando. La negociación, en consecuencia, no podía demorarse más tiempo.

El acuerdo entre Francia y España no fue posible ni siquiera en la cumbre semestral europea de Colonia, a principios de junio. El presidente francés, Jacques Chirac, siguió allí mostrándose inflexible y absolutamente cerrado.

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Reacción de la Comisión

La intransigencia francesa no sólo irritó a España. También la Comisión Europea, por boca del comisario responsable de los temas de América Latina, Manuel Marín, mostró en público su malestar y su sorpresa por la actitud de Francia y recalcó que "la Comisión ya ha hecho su trabajo; ahora le toca a los Estados asumir sus responsabilidades". "Ha habido más reservas de tipo psicológico que de contenido real", advirtió ayer Marín ante los ministros de Asuntos Exteriores, en el último intento de los Quince por desbloquear el asunto antes de la cumbre de Río. En la reunión de ayer, España admitió la exigencia francesa de que las conversaciones no acabaran hasta que no hubiera finalizado la Ronda del Milenio, pero exigió a cambio que se iniciaran el 1 de julio del 2001. Tras evacuar consultas con París, el ministro francés de Asuntos Exteriores, Hubert Védrine, dio el sí francés a la propuesta de su colega español, Abel Matutes.

El cambio francés no es ajeno a las presiones lanzadas en las últimas semanas por España y por la Comisión Europea, amplificadas con presteza por los países del Mercosur y por Chile. "La verdad es que las cosas no están fáciles para nuestras embajadas en América Latina", reconoció ayer un diplomático francés. El Gobierno francés ha reconocido que sus explicaciones no han convencido a nadie y que sus intentos por sacarse de encima la responsabilidad del bloqueo negociador han fracasado. Constatado todo eso, Chirac cedió ayer. Aunque la cesión no será definitiva hasta que el jueves sea ratificado el acuerdo en la reunión de los embajadores permanentes de la Unión, el Coreper.

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