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La oposición laica se atribuye la victoria en las elecciones que marcan el cambio en Indonesia

ENVIADO ESPECIALLos indonesios votaron ayer masivamente en las primeras elecciones democráticas desde 1955 y lo hicieron por el cambio, según fuentes del Partido Demócrata de Indonesia por la Lucha (PDI-P), de Megawati Sukarnoputri, la principal fuerza de la oposición laica nacionalista, cuya victoria reconocían incluso votantes de otros partidos. La jornada remató una campaña pacífica en un país sacudido por tensiones étnicas y religiosas que han costado cientos de vidas. Ayer todo fueron sonrisas, incluida la del expresidente Suharto, que gobernó 32 años sin permitir una discrepancia.

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Los resultados oficiales para elegir 462 de los 500 diputados de la Cámara baja indonesia tardarán días, si no semanas, en saberse, y los primeros datos eran esperados para anoche con la advertencia de que no debían tomarse como firme indicación de lo que finalmente fuera a ocurrir, dada la complejidad de este país de 210 millones de habitantes, más de 17.000 islas y decenas de etnias. Fuentes del PDI-P, sin embargo, adelantaban anoche una espectacular victoria de su partido, al que atribuían un 45% de los sufragios, superior a lo previsto por los sondeos más optimistas. Un porcentaje de esas proporciones debería garantizar la presidencia del país, el objetivo último de esta consulta, a Megawati.Los principales candidatos votaron pronto. Megawati, con mucho aplomo, apenas esbozando una sonrisa; el presidente Yusuf Habibie, gesticulando, como siempre, y el expresidente Suharto apenas tuvo que cruzar la calle ante su casa: "He venido, como el resto de los indonesios, a ejercer mi derecho al voto".

En Yakarta y el Gran Yakarta, la votación fue masiva. Por una de las urnas de Meruya Utara, una localidad a 20 kilómetros del centro de la capital, a mediodía, dos horas antes del cierre, ya había pasado el 90% de los electores registrados. En esa urna ganó el PDI-P, por delante de los partidos de inspiración musulmana. El gubernamental Golkar, la máquina electoral de Suharto, quedó en nada. Indra Said estaba contento: "Hay mucha moral y deseo de que todo salga bien. En 1997, en las otras elecciones preparadas por Suharto, ni me molesté en votar". Indra votó por el cambio. "Necesitamos un cambio político y económico. Lo primero es quitar de enmedio al Golkar". El partido de Suharto chapoteaba en un mar de corrupción y nepotismo.

El chivo expiatorio

A unos kilómetros de allí, una urbanización de lujo habitada por chinos y protegida por puntiagudas verjas, tenía tres urnas. La participación fue masiva. Los chinos, el chivo expiatorio de las frustraciones de los indonesios, se agarraron al secularismo de Megawati. En torno al 85% de ellos votaron al PDI. Un vecino que no quería que se le identificara, empresario, con negocio de exportación de granito a España, reveló el porqué: "Es honrada, abierta y no está preocupada por la religión".El magnetismo de las urnas no funcionó en la secesionista Aceh, que ocupa el norte de la isla de Sumatra, ni en Timor Oriental, también pendiente de su separación de Indonesia en referéndum previsto para dentro de dos meses. Tampoco votó Heru Arifin, una de la muchas víctimas de la crisis económica que padece Indonesia, donde las estadísticas dicen que la mitad de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. Heru es guía turístico y no trabaja desde que acompañó a un grupo en diciembre. "La crisis y la violencia espantan a los turistas". A Heru le gustaba el Partido del Despertar Nacional (PKB), del islamista moderado Abdurrahman Wahid, pero estaba convencido de que "Megawati va a ganar". A la corrupción del viejo régimen atribuye Heru sus penalidades: "Si Habibie sigue, habrá un estallido".

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