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Una clínica diagnosticó gastroenteritis y devolvió a casa a una joven que murió de meningitis horas después

Antonio Jiménez Barca

María Dolores Acuña, de 23 años, se encontró mal a las cinco de la madrugada del martes. Tras vomitar en la cocina y comprobar que tenía fiebre acudió, acompañada de su hermano, a la clínica Moncloa, de la aseguradora Asisa. El médico de urgencias le diagnosticó una gastroenteritis aguda y la envió de regreso a casa. A las once de la mañana, María Dolores entró en estado crítico. Su madre, al verla llena de ronchas y desvariando, la llevó de nuevo al centro sanitario privado. Cinco horas después, la chica moría de una meningitis fulminante. La familia ha denunciado a la clínica.

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Carmen López, la madre, recuerda que, en la noche del lunes, su hija se acostó pronto. "Dijo que tenía frío, así que cenó y se fue a la cama". A las cinco de la madrugada, Carmen se despertó y vio a María Dolores en la cocina vomitando. Y ordenó a su hijo que llevara inmediatamente a su hermana a la clínica Moncloa, en la avenida de Valladolid. Mientras examinaban a María Dolores, la madre tuvo un presentimiento. Y llamó a la centralita del centro sanitario: "Les dije que me pasaran con mi hijo, pero me contestaron que no se podía. Entonces le dije al del teléfono: "Que miren si es meningitis". Y el de la centralita me contestó: "No se ponga en lo peor, señora". Y al final ha sido".El parte médico del ingreso en urgencias dice exactamente así: "Mujer de 23 años que presenta vómitos más fiebre de horas de evolución sin dolor abdominal. No focalidad neurológica. Diagnóstico de presunción: gastroenteritis aguda". El hecho de que el informe diga "no focalidad neurológica" presupone, según tres médicos consultados, que se investigó si la paciente presentaba meningitis, sin que se diera con rastros de esta enfermedad. Este periódico intentó el martes y ayer, sin éxito, recabar la versión de la clínica Moncloa.

María Dolores Acuña, estudiante de formación profesional en un instituto de Majadahonda, volvió a su casa con una hoja en la mano en la que se indicaba qué tratamiento debía seguir: ayuno durante 24 horas y control de las comidas durante cuatro días. "La niña volvió con fiebre", continúa la madre; "a las diez de la mañana tenía 39 grados, una hora después decía cosas sin sentido". Aparecieron luego manchas rojas por su cuerpo, consecuencia de los coágulos de sangre que ya empezaban a formarse en las venas de María Dolores. La madre, sin embargo, pensó, dentro del desconcierto, que alguien había pegado a su hija. Una hora más tarde, acompañada de una vecina, Carmen llevó a su chica a que la vieran, por segunda vez, en el hospital de La Moncloa. Llegaron a las 12.10.

En esta ocasión, de la sala de urgencias pasó directamente a la unidad de cuidados intensivos, donde murió a las cuatro de la tarde. Justo diez horas después de que el hospital le diagnosticase una gastroenteritis.

El parte médico apunta que la causa de la defunción es una "sepsis fulminante probablemente meningocócica". Es decir, un tipo de meningitis particularmente devastadora, capaz de infectar todos los órganos en menos de doce horas. La madre acusó al hospital de negligencia y denunció el caso en el juzgado de guardia. Los médicos consultados reconocen que el diagnóstico de gastroenteritis fue erróneo, aunque señalan que es difícil descubrir este tipo de meningitis en su primer desarrollo. "Todos los días hay cientos de ingresos de gente con vómitos y fiebre. Y en la inmensa mayoría de los casos es una gastroenteritis. Una meningitis de este tipo es imposible de detectar al principio. A pesar de que se hicieron pruebas neurológicas, no se encontró nada. Esto da una idea de cómo se oculta esa enfermedad en los primeros momentos", explicó ayer Carlos Rodrigo, médico especializado en esta dolencia.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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