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Chase Manhattan negocia con Merrill y JP Morgan para situarse entre los mayores bancos

La fiebre de las fusiones sigue sacudiendo el ámbito bancario estadounidense. Ahora es Chase Manhattan, el tercer banco comercial del país, el que busca novio entre bancos y agencias de inversión para situarse en el pelotón de los primeros del mundo. Según la revista Forbes, negocia con Merrill Lynch, el mayor banco de inversiones. Según The New York Times, es JP Morgan el objeto de sus desvelos. Muchos expertos creen que, en realidad, hay tratos a varias bandas.

El Chase Manhattan logró el año pasado, según datos de la revista Fortune, unos ingresos totales de 30.381 millones de dólares -es decir, aproximadamente 4,55 billones de pesetas-, con un ritmo de aumento del 10,8% desde 1996. Los beneficios ascendieron a 3.708 millones de dólares (556.200 millones de pesetas). En cuanto a Merrill Lynch, la mayor agencia de valores e inversiones del mundo, su facturación ascendió a 31.731 millones de dólares (en torno a 4,75 billones de pesetas). Los beneficios fueron de 1.906 millones de dólares (285.900 millones de pesetas).A finales del año pasado, el Chase Manhattan ocupaba el puesto 76, por capitalización bursátil, entre las mayores empresas del mundo. Pero su posición relativa, según los índices anuales de Financial Times, se estaba deteriorando con rapidez, porque el año anterior ocupaba el puesto 47. La situación era similar para Merrill Lynch. Estaba en el puesto 227, pero un año antes era el 139.

La fusión de ambos sería vista con muy buenos ojos por los expertos y analistas de Wall Street. Casi todos coinciden en que los negocios son complementarios. El Chase Manhattan es un banco comercial clásico, dedicado a captar ahorro, a financiar compras con tarjetas y a prestar dinero a particulares y empresas. Merrill Lynch es un banco de inversiones. Su actividad preferente consiste en la compra y venta de acciones y bonos en mercados de todo el mundo y en el diseño y negociación de emisiones de deuda.

El Chase Manhattan no quiere perder la batalla por los primeros puestos de la banca mundial. El proyecto de compra del Bankers Trust estadounidense por el europeo Deutsche Bank y la oferta de la Banque Nationale de Paris de absorber a sus rivales Société Générale y Paribas, operaciones ambas aún no cerradas, resultan amenazantes para su posición y, además, en beneficio de rivales europeos.

El Chase Manhattan ya se fortaleció con la compra del Chemical Bank, pero en los últimos años busca alguna fórmula que le permita entrar con fuerza en el negocio de la banca de inversión, en el que con menos activos se puede ganar más dinero que en el sector de banca tradicional.

En cuanto a Merrill Lynch, su posición de número uno del mundo, indiscutible hasta hace dos o tres años, puede empezar a resquebrajarse. Las crisis financieras de Asia, Rusia y Latinoamérica le han debilitado y han reducido su valor en Bolsa, de forma que sus competidores inmediatos, Morgan Stanley Dean Witter o JP Morgan, comienzan a estar cerca. Los expertos creen, por otra parte, que la popularización de las inversiones mediante Internet y la proliferación de pequeñas agencias que facilitan la compra y venta de acciones sin moverse de la cocina, y a cinco dólares la operación (unas 750 pesetas), pueden hacerle daño en el futuro. Según publicará en su edición de primeros de abril la revista Forbes, ha habido reuniones de negociación entre el Chase Manhattan y Merrill Lynch, y de las mismas se levantaron incluso actas, aunque no existe todavía fecha para la fusión. Sin embargo, The New York Times dio ayer un giro inesperado a la cuestión. Según el diario neoyorquino, el Chase Manhattan está negociando una fusión..., pero no con Merrill Lynch, sino con JP Morgan.

Para los analistas, lo que está claro es que el Chase quiere boda, aunque todavía no sabe muy bien con quién. JP Morgan es un banco comercial como el Chase, pero su penetración en el ámbito de los servicios a inversores es mucho mayor. Según Fortune, JP Morgan ingresó el año pasado 17.701 millones de dólares (2,65 billones de pesetas) y obtuvo unos beneficios de 1.465 millones de dólares (219.750 millones de pesetas).

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