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El tranvía

E. CERDÁN TATO Y, por último, se llega a la conclusión de que el alcalde y el presidente de la Diputación de Alicante, no es exactamente que tengan gafe, sino que, adornándose con la misma prodigiosa virtud del rey Midas, no le han cogido el intríngulis. Y, claro, les va de pena. Aquél todo lo que tocaba lo convertía en oro; éstos todo lo que tocan lo convierten en un desastre. Y quizá le ponen la mejor voluntad; pero como si nada. O aún peor: como si algún malandrín les hubiera echado el mal de ojo. Julio de España, cuando le entra el mosqueo, se mete en su palacio, suspira y termina riéndose y contándoles fábulas a Mortadelo y Filemón; y Díaz Alperi se consuela con unas inocentes manitas de mus, que si no, a ver qué hace el hombre. Pues, fíjense si será, resulta que el pasado miércoles, después de casi cuatro años de espera, y con el alborozo de dos infantes, se ducharon, se cambiaron de muda y con toda la fanfarria propia del acontecimiento, saludaron al consejero de Transporte, José Ramón García Antón, y al resto de los notables. Seguidamente, procedieron a inaugurar el tranvía, en su trayecto piloto de la Plaza del Mar a la Albufereta, unos tres kilómetros y medio. O sea, demasiado para Díaz Alperi y Julio de España. El moderno carricoche, propiedad de la Siemens, abigarrado de cargos y carga del PP -por fortuna, no se invitó a la oposición principal- cumplió. Pero se ve que funcionó la fuerza mental de la masa, aunque en una dirección imprevista: todos pensaban en los votos que iban a sacarle al invento, pero se les debió cruzar el recuerdo de Uri Geller y, en vez de doblar una cucharilla, doblaron el eje del vehículo, que ocho horas después se escoñó del todo sobre las vías del trenet de la FGV, y durante algún tiempo impidió el tráfico ferroviario. Efectivamente, lo que tocan lo convierten en chatarra; y qué le vamos a hacer. En una instantánea publicada en el diario Información, de Alicante, ambas calamidades muestran una sonrisa y los billetes del viaje inaugural. Viéndola, un paisa exclamó "Pero, ¿ya se marchan de verdad?" No, hombre, el molt esbelto cabo de gastadores Eduardo Zaplana los ha condenado a reelección perpetua. Está visto que hasta que no arrasen del todo no habrá indulto. Qué exigente y disciplinado se nos ha vuelto este molt esbelto gastador.

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