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Los islamistas de Marruecos aceptan "una monarquía constitucional"

Declaraciones a EL PAÍS de Nadia Yassim, hija del jeque Abdesslam Yassin

En la margen izquierda del río Buregreg se amasa la aglomeración de Salé, con cerca de medio millón de habitantes. Allí, a 100 metros del pegote de hormigón que sirve como cárcel, vive una de las tres hijas del jeque islamista Abdesslam Yassin, Nadia. Con su marido, Abdalá, y sus hijas ocupa un modesto piso, muy frecuentado últimamente por diplomáticos e intelectuales.La asociación Adl Ual Ihsan (Justicia y Caridad), la más importante de la nebulosa islamista, está en el punto de mira. Después de la marcha organizada en Rabat y el mitin proiraquí en un estadio de Casablanca, y con participación de miles de militantes, los islamistas creen llegado el momento de emerger públicamente en la Universidad a través de la Unión Nacional de Estudiantes Marroquíes (UNEM), que controlan.

Una semana de actividades en el campus de Rabat les ha bastado para demostrar su organización y constituir una "comisión de coordinación nacional de estudiantes", en la que están representadas las nueve universidades del país y 43 facultades. Hassan Bennajeh, militante de Adl Ual Ihsan, es secretario general del comité director, de 13 miembros, cuya misión es preparar el futuro congreso de la UNEM.

El discurso radical de los seguidores del jeque Yassin no ha cambiado un ápice; su táctica política, sí. "Es el Fondo Monetario Internacional el que dicta el camino de nuestra economía, y la ideología occidental, la que está en el poder en Marruecos. La élite afrancesada que nos gobierna ha sido preparada por el colonialismo antes de abandonar el país", martillea la hija de Yassin.

"Nuestro pueblo se está asfixiando económica y socialmente, estamos cayendo al abismo. Para sacar al país de la crisis y evitar el derramamiento de sangre estamos dispuestos a aceptar una monarquía constitucional al estilo de España; pero, eso sí, con una redistribución de poderes y un control popular", añade. Un control que se haría por medio de la Shura, la consulta. "Nosotros seríamos los garantes de los verdaderos derechos del pueblo".

La asociación que dirige el jeque Yassin desde su arresto domiciliario en un chalecito de Salé, acepta, según Nadia, que "es necesario hacer ciertas concesiones, y estamos dispuestos a ello". En efecto, es la primera vez que declaran aceptar un sistema monárquico.

"No podemos, en cambio, transigir sobre la moralización de la vida política, la defensa de los valores islámicos y la lucha contra la corrupción", afirma. "Todo lo demás se puede discutir si ello permite evitar la violencia". La responsable islamista no se hace demasiadas ilusiones. "Hay segmentos de la sociedad que están listos para la violencia. La violencia llama a la violencia y el puño de hierro provoca la explosión". Además, "hay miedo al despertar del tribalismo".

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"Participar en el Gobierno"

Nadia Yassin insiste en matizar su idea. "Nuestro movimiento es fuerte, por eso tratan de marginarnos", asegura. "En Marruecos, donde el Majzen tiene el monopolio de la violencia, no se aceptan los discursos fuertes". Un Majzen tentacular y todopoderoso, que ha sido, según ella, capaz, a lo largo de siglos, "de matar en el pueblo el sentido del desafío, volviéndole casariego y temeroso". "El Majzen tiene un punto fuerte, el Ejército, una máquina bien estructurada y ganada a sus tesis, porque está muy bien remunerada", reconoce.

La "alternancia política" que desde hace un año protagoniza Abderramán Yussufi, a la cabeza de un Gobierno de coalición, no satisface a los islamistas.. "Alternancia es una palabra vacía, demagógica, destinada a reavivar la llama de la esperanza que se apaga".

"Sin embargo, hay otra alternancia que se está dibujando, en la que nosotros tendremos algo que decir". Saca a colación una hipótesis, "elaborada en París", según la cual, "para desactivar la crisis inevitable que se va a producir con la sucesión en Marruecos, es posible prever un Gobierno en el que los islamistas de Abdesslam Yassin participen".

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