El euro nace hoy en un clima de optimismo y con el respaldo de los mercados internacionales

Las vacaciones son las vacaciones. El euro nacerá hoy en silencio, aunque con el pleno respaldo de los mercados financieros internacionales. Apenas cien peticiones de acreditaciones periodísticas ilustran bien la frialdad reinante en Bruselas en un día histórico para la construcción europea: el nacimiento de su moneda, con la fijación irreversible del tipo de cambio del euro con las monedas nacionales. Una frialdad compartida por el más poderoso de los ministros de Finanzas de la Unión, el alemán Oskar Lafontaine, que enviará a un subordinado para no interrumpir sus vacaciones navideñas.

Habrá imágenes en directo y desde el aire para seguir la sobria ceremonia de celebración. Trece ministros (dado que el británico Gordon Brown tampoco asistirá, según se anunció a última hora de ayer), el presidente de la Comisión, un comisario, muchos periodistas -aunque bastantes menos de los que reúne cualquier cumbre europea semestral- y 3.000 niños encargados de lanzar al aire globos azules y amarillos en representación del euro.

Pero no habrá histeria. Ésa es quizá la mejor señal de que las cosas van bien. El euro nacerá en silencio porque la gente hace ya meses que da por segura su existencia y porque hace ya tiempo que tiene el pleno respaldo de los mercados financieros. Es la mejor de las noticias para los europeístas.

Paridad irreversible

Los tiempos de las dudas y las tormentas monetarias forman ya parte del pasado. Hoy se trata tan sólo -nada más y nada menos- que de fijar la paridad de cada una de las monedas que se integran en la moneda única europea. La paridad con el euro y con las otras diez monedas. En total son 11 las divisas que desde hoy dejarán de cotizar entre sí y con el ecu (marco alemán, franco francés, peseta, lira italiana, franco belga, franco luxemburgués, florín holandés, escudo portugués, libra irlandesa, chelín austriaco y marca finlandesa). Se quedan fuera el dracma griego (a la fuerza) y la libra esterlina, la corona sueca y la corona danesa.Los fastos de hoy apenas durarán dos horas. El tiempo de que cada banco central comunique la cotización de su moneda frente al dólar y poder formalizar la cotización del ecu frente a la divisa estadounidense. Ésa es la única incógnita del día. Esos datos permitirán anunciar la paridad irreversible del euro con las monedas que lo integran. Con los datos del martes, últimos hechos públicos por la Comisión Europea, un euro valdría 166,679 pesetas, 1,959 marcos, 6,570 francos y 1,170 dólares.

Las paridades bilaterales, también irreversibles, tienen menos misterio. Fueron acordadas en la célebre cumbre de mayo en Bruselas. Un marco valdrá para siempre 85,072 pesetas y un franco 25,3636 pesetas. El mercado de divisas de Madrid cerró ayer esas dos cotizaciones a 85,078 y 25,338, cerca de la que será paridad irreversible.

La tranquilidad con que llega el euro no es ajena a dos factores. Por un lado, la confianza creciente que se ha generado en torno a la moneda europea a medida que el mercado se ha convencido de que su creación era primero posible, luego casi segura y por fin irreversible. Por otro lado, el factor estabilizador que para las plazas financieras de EEUU y Europa ha supuesto ante las crisis financieras de Asia, Rusia y América Latina. Ante tanto río revuelto, los pescadores se han abstenido de jugar contra un valor tan seguro como la vieja pero rica y poderosa Europa.

El euro ya está aquí. Hoy se conocerá su cotización. El día 1 será una realidad jurídica. El día 4 tendrá su bautismo de fuego en los mercados. Hasta entonces, miles de empleados de empresas financieras trabajarán horas extras para poner en marcha los sistemas de doble contabilidad diseñados en los últimos meses. Euro y monedas nacionales convivirán tres años y medio. En los tres primeros años, el euro será sólo un concepto contable. Desde el 1 de enero del 2002 circularán sus billetes y monedas. Desde el 1 de julio de ese año será la única divisa en los 11 países fundadores de ese sueño europeo llamado moneda única. Por fin. Y quizá para bien.