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El vértigo de la vertical

Ferran Bono

Sobre las nauseabundas aguas de Hong Kong, donde probar el marisco de sus entrañas casi significa inyectarse el virus de la hepatitis por los índices de contaminación, se construirá una ciudad biónica de proporciones bíblicas y verticales, si finalmente el proyecto llega a buen puerto. Sus dimensiones remiten directamente a una película o un libro de ciencia ficción. 1.228 metros de altura, capacidad para albergar 100.000 habitantes, 300 plantas, 368 ascensores y un coste cercano a los dos billones de pesetas para su edificación. Sin embargo, el presidente del congreso internacional sobre rascacielos celebrado en Londres en octubre de 1997, en el que se presentan las torres más altas y emblemáticas de la actualidad, cuando conoció el proyecto español, exclamó: "He visto el futuro". Al menos eso es lo que cuenta el arquitecto Eloy Celaya, uno de los responsables, junto a Rosa Cervera y Javier Pioz, de la que se denomina Bus-City-Tower. Pioz y Celaya presentaron ayer en el Colegio de Arquitectos de Valencia los bocetos y la proyección de la ciudad vertical que supera ampliamente al rascacielos más alto del mundo, las Torres Petronas, en Kuala Lumpur, triplica al popular Empire State Building y cuadriplica a la Torre Eiffel. La ciudad recibe el calificativo de biónica en alusión a la disciplina que une los conceptos de biología, ingeniería y arquitectura aplicados a la construcción. La biónica ha desarrollado múltiples aplicaciones en el campo del diseño industrial y de la ingeniería, pero hasta la fecha no se ha aplicado al diseño arquitectónico, destaca Pioz. La torre biónica nace de las investigaciones científicas llevadas a cabo en la naturaleza. De hecho, el proyecto surgió de un trabajo de investigación. Su construcción durará unos 20 años, pero se podrá vivir en ella mientras se construye. "Es como un árbol, que es árbol desde que nace, por muy pequeño que sea, y no desde que alcanza su mayor altura", explica el arquitecto. Nada responde a la casualidad. Los 1.228 metros surgen de un cálculo realizado por el ordenador y la elección de Hong-Kong se debe a que es la ciudad del mundo con mayor densidad de población y, además, China, tras recobrar la potestad sobre la urbe de los ingleses, quiere demostrar al mundo su capacidad con proyectos de gran envergadura, comenta Pioz. Uno de los principales escollo para su desarrollo es encontrar la financiación y la tecnológica necesaria. En este último aspecto, el proyecto ha avanzado bastante al crearse un grupo tecnológico de empresas para investigar y suministrar material para construirlo. Una fábrica de ascensores (Ottis), apunta Celaya, ya ha conseguido un modelo con una velocidad de 15 metros por segundo, cuando la torre biónica precisa uno de 10 m/s. En cuanto al dinero, se está constituyendo otro grupo internacional promotor. Los arquitectos -el estudio de Cervera y Pioz ha obtenido ya diversos premios internacionales- ya han entrado en contacto con las autoridades de Hong Kong, donde se presentará la ciudad biónica en el 2000. Mientras, están presentando la ciudad biónica por múltiples lugares provocando aplausos, asombro y posiblemente escepticismo.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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