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"¡Queremos vivir!"

Amnistía Internacional recordó ayer la práctica casi cotidiana de la tortura y los malos tratos en los centros de detención de Rusia y advirtió de que "cualquier manifestante pacífico" que fuese detenido durante la jornada de protesta nacional sería convertido automáticamente por la organización defensora de los derechos humanos en prisionero de conciencia.Lo que no está claro es si entrarán en esa categoría los 40 borrachos detenidos cerca de la plaza Roja o los que cayeron en manos de la policía tras saltar las barreras metálicas que marcaban el territorio de la protesta a los gritos de "¡Queremos vivir, no sólo existir!" o "¡Yeltsin, asesino!".

Lo último que necesita el titubeante Gobierno de Yevgueni Primakov es tener en la cárcel a un puñado de militantes de izquierdas o de pensionistas que no cobran desde hace un año.

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Por eso, las decenas de miles de policías y tropas del Ministerio del Interior que vigilaron el desarrollo de las manifestaciones de protesta tenían instruccions de no intervenir excepto en casos extremos. El propio partido comunista montó un imponente servicio de orden para evitar provocaciones. Pero apenas las hubo.

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