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Insomnio, la "Cenicienta" de la sanidad

Para solucionar la falta de sueño que sufren algunas personas, se necesita tiempo, pero recetar un hipnótico es cuestión de segundos. De ahí que la mayoría de los insomnes tengan en su mesilla de noche un arsenal de medicamentos que sólo resuelven parcialmente su problema. Antonio Benetó, jefe del servicio de Neurofisiología Clínica de La Fe y responsable del Laboratorio del Sueño de este hospital, señala que el insomnio es un trastorno muy común (afecta casi al 10% de la población), para el que no existen dispositivos asistenciales adecuados, lo que provoca un peregrinaje de pacientes por distintos servicios hospitalarios. A su juicio, el boom de las apneas (breves paradas respiratorias) ha hecho que tanto los neumólogos como los otorrinolaringólogos centren su atención en esta patología, que afecta a cuatro de cada cien varones y que puede derivar en hipersomnolencia (lo que incrementa el riesgo de sufrir un accidente) o provocar problemas cardiorespiratorios con riesgo de muerte súbita. Pero además de las apneas, que provocan una fragmentación del sueño y dificultan el descanso, existen otros trastornos como las narcolepsias (ataques de sueño irresistibles y repentinos) que complican la vida a muchas personas. La llamada medicina del sueño se centra en tres tipos de patologías: la hipersomnia, las parasomnias (fenómenos clínicos anormales como el sonambulismo) y el insomnio, que, a falta de otros recursos, se intenta combatir desde los laboratorios del sueño como el de La Fe. "Ésta es una unidad de diagnóstico, no de tratamiento", matiza de inmediato el doctor, que no oculta cierta voluntariedad en el trabajo que realiza con los pacientes. A través de una polisonografía completa (que consiste en vigilar el sueño del paciente durante una noche) se diagnostica el tipo de trastorno que sufre para intentar buscar una solución. En el caso del insomnio, sólo en situaciones concretas se debe recurrir a los hipnóticos, ya que, a juicio de Benetó, lo primero que el paciente necesita es orientación. La terapia es relativamente sencilla y básicamente racional: Después de recoger información del paciente mediante unos test de conducta, se le explican los factores que le impiden conciliar el sueño y se intentan corregir sus hábitos inadecuados. El insomne suele tener una percepción distorsionada de las horas que realmente duerme y comete un error muy extendido: permanecer en la cama, dándole vueltas al problema de forma ansiosa. Además de ingerir fármacos, que en ocasiones le producen un efecto placebo, desarrolla hábitos incorrectos de sueño en su desesperado intento de dormir y se deja atrapar en un círculo vicioso que no resuelve nada. Según Benetó, las personas más vulnerables a los problemas de insomnio son las mujeres, las personas mayores y los sectores menos favorecidos de la sociedad, aunque cualquiera puede sufrirlos de forma ocasional. El caso más grave, el insomnio crónico, afecta a aquellas personas que llevan más de un mes sin dormir con normalidad. "El insomnio es el trastorno del sueño que menos atención recibe, pese a que afecta a más gente que las apneas", dice el neurofisiólogo, que recomienda poner en marcha un dispositivo asistencial desde los centros de Atención Primaria o adiestrar a psicólogos que puedan prestar ayuda desde los centros de salud mental.

La cama, para dormir

"Permanecer en la cama sólo para dormir". Sin que ello signifique que haya que olvidarse de las relaciones sexuales, Benetó considera un error llevarse la cena a la cama o convertir el dormitorio en una sala de estar, con televisor incluido. Además de tener una buena ventilación, la habitación debe ser un lugar de reposo, nunca de trabajo, por lo que tampoco es recomendable leer mucho rato en la cama. Benetó considera importantísimo que cada persona se fije unos horarios de sueño y añade un consejo básico: No dormir no tiene las consecuencias tan graves que imaginan los insomnes; si el sueño no llega, hay que salir de la cama y dejar de pensar en ello.

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