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GOLPE DE TIMÓN EN MOSCÚ

Misión imposible para el viejo zorro de la política rusa

Misión imposible: así se percibe la tarea de Víktor Chernomirdin. Suicida incluso, pues no se ve cómo logrará mejorar la situación de un pueblo golpeado por la pobreza y la desesperación. Y tiene que conseguirlo si quiere que los rusos se decidan a apoyarle y votarle en el año 2000. Pero el viejo zorro de la política rusa, templado tanto en la época de la burocracia soviética como en la del capitalismo salvaje que le siguió, está dispuesto a asumir los riesgos. Seguro de sí mismo, confía en que podrá frenar la crisis y suceder a Borís Yeltsin en el Kremlin. Nacido hace 60 años en una aldea de la provincia de Oremburgo, en el sur de los Urales, su carrera estuvo relacionada desde un principio con la industria energética. Diplomado del Instituto Politécnico de Kúbishev (hoy Samara), trabajó primero en una refinería en su provincia natal. Más tarde encabezó una empresa de gas, hasta que en 1978 se mudó a Moscú, al departamento de industria pesada del Comité Central del Partido Comunista de la URSS. Cuatro años después es nombrado viceministro de la Industria del Gas de la URSS y en 1985 es ascendido a titular del ramo. En 1989 convierte el ministerio en el gigantesco monopolio del gas ruso, Gazprom.

Peleas con los liberales

Chernomirdin dirigió Gazprom hasta 1992, cuando ingresó en el Gobierno del ultraliberal Yegor Gaidar como viceprimer ministro responsable de Energía. A finales de diciembre de ese año, Yeltsin le eligió para suceder a Gaidar. Contrariamente a lo que se pensaba, Chernomirdin continuó las reformas, esforzándose en imponer a Rusia la economía de mercado. Primero trató de reintroducir el control de precios, que había liberalizado Gaidar, para así combatir la inflación. Pero al cabo de unas semanas tuvo que dar marcha atrás. Luego se enfrentó con Anatoli Chubáis, al opinar que el plan de privatizaciones del joven economista era como la colectivización obligada de la agricultura en los tiempos de Stalin. Lo que no impidió que permitiera después a Chubáis ser responsable de la política macroeconómica del Gobierno.Chernomirdin sobrevivió incluso cuando Yeltsin reforzó a Chubáis con Borís Nemtsov. Lo logró porque tenía esas cualidades que le han permitido ahora recuperar la jefatura del Gobierno: buenas relaciones con los comunistas, que, junto con sus aliados, dominan la Duma Estatal, y también con los oligarcas que controlan las grandes industrias, bancos y medios de información. Más aún, Chernomirdin, como presidente de Gazprom, fue uno de ellos y todavía es visto como un miembro de pleno derecho en el club de los magnates.

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