El jefe del Gobierno promete austeridad a EEUU
La vuelta de Víktor Chernomirdin como jefe de Gobierno tuvo ayer su primera consecuencia positiva: los mercados rusos cerraron al alza, aunque con un volumen de operaciones muy bajo. Así, la Bolsa de Moscú subió un 5,67%. Sin embargo, el rublo perdió un 1,15% de su valor frente al dólar. El bajo volumen de las operaciones (apenas 700 millones de pesetas) obedece a la misma causa que desde hace ya una semana viene manteniendo casi inertes los mercados financieros rusos: no saber cuáles serán las condiciones de reconversión de los bonos del Estado a corto plazo en otros valores a largo plazo.La relativa subida de la Bolsa también se debe a que, con el nombramiento de Chernomirdin, las condiciones de reconversión de los bonos que vencen hasta el 31 de diciembre de 1999 pueden ser más favorables. Anatoli Chubáis, el negociador jefe de la deuda, había ya adelantado el viernes pasado que estas condiciones serían "extremadamente duras". Pero ahora hay una pequeña esperanza de que sean suavizadas, ya que nuevamente ha sido aplazado el anuncio del esquema definitivo de reestructuración de la deuda. El Gobierno había prometido darlo a conocer ayer, pero se postergó hasta hoy.
Chernomirdin ha prometido a EEUU que aplicará el plan de austeridad pactado con el Fondo Monetario Internacional a cambio de una ayuda de 22.000 millones de dólares, de un paquete total de 22.600 millones (casi 3,5 billones de pesetas). Pero esta promesa suscita dudas, sobre todo a la luz del Gobierno de coalición que aparentemente formará Chernomirdin. Serguéi Yastrzhembski, el portavoz de Yeltsin, ya adelantó que habrá cambios importantes en la aplicación de la política, aunque aseguró que "continuará el desarrollo la economía de mercado".
Parece previsible que en el Gobierno de coalición que formará Chernomirdin habrá menos ministros liberales. Borís Nemtsov ya ha presentado su dimisión como viceprimer ministro, y Serguéi Kiriyenko ha rechazado el puesto que se le ofreció. Sin embargo, es probable que Borís Fiódorov, el ultraliberal responsable de la recaudación de impuestos, conserve su cargo para no asustar a los países occidentales con un cambio brusco de la política económica.
