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Diversidad folclórica y unidad política marcan la inauguración oficial del BCE

Pilar Bonet

El Banco Central Europeo (BCE) nació ayer oficialmente en la Vieja Ópera de Francfort entre los compases de Money, Money Money (de la película Cabaret) y la ópera Tanhäuser y otros ritmos que simbolizaban la diversidad cultural de los 15 países que integran la UE. El mensaje político y económico que trasmitieron los protagonistas del acto, entre ellos el presidente del BCE, Wim Duisenberg, y el canciller Helmut Kohl, tuvo un signo opuesto al de la música: la Unión Monetaria Europea, que se inicia en enero con 11 países, es un paso hacia la integración política del continente.

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A diferencia del folclore europeo, entonado ayer por un coro de la ciudad holandesa de Maastricht, la política monetaria del Sistema de Bancos Centrales Europeo (SBCE) debe ser "una e indivisible" y caracterizarse por un "verdadero enfoque europeo", según manifestó Duisenberg. "Condición previa para adoptar este enfoque es que el SBCE actúe como una unidad, sea percibido como tal y hable con una voz, aunque a veces lo haga en diferentes lenguas", señaló el presidente del BCE, que se refirió a la necesidad de crear un equipo. En una reciente entrevista, Duisenberg se mostró satisfecho del espíritu corporativo que comienza a crearse en los órganos dirigentes del BCE: el directorio, formado por seis miembros, y el Consejo de Gobierno, integrado por el directorio y los 11 presidentes de los bancos centrales de los países-euro.La jornada de ayer constituyó un punto de inflexión, que divide el camino recorrido hasta ahora hacia el SBCE, y la nueva senda para hacer que el euro sea una moneda estable. Duisenberg advirtió que la política monetaria tiene límites y requiere el respaldo de una política fiscal y de una política salarial que tenga en cuenta la productividad y el objetivo de la estabilidad de precios. Sin estos respaldos, existen riesgos sociales de los que Duisenberg previno ayer. Su mensaje fue que un intento de mantener la estabilidad de precios sin otros apoyos puede provocar una disminución de la capacidad adquisitiva y paro. El alto funcionario, que se manifestó a favor de una gestión transparente del BCE, invitó a los políticos a jugar con las cartas boca arriba. Debe quedar "cristalinamente claro", dijo, "lo que la política monetaria puede y no puede hacer". "La política monetaria no es ni la causa ni la solución del nivel de desempleo que es aún inaceptablemente alto en Europa", sentenció.

Por su parte, el canciller Kohl reiteró ayer la vocación europeísta de su país y señaló que la Unión Europea es una "obligación" para los alemanes. Éstos no hubieran conseguido la unidad de su país sin la unidad europea, recalcó Kohl, quien, sin embargo, insistió en continuar los debates sobre el futuro que inició en la reciente cumbre de Cardiff.

Como Duisenberg, Kohl se refirió al fantasma del paro, el principal problema de la unidad europea, y advirtió que el euro no es "una receta patentada" para solucionar el desempleo rápidamente. Europa, en general, y Alemania en particular necesitan "mayor flexibilidad en el mercado de trabajo y más reformas y cambios estructurales". "Si todos hacemos nuestros deberes nacionales, el euro creará una gran oportunidad para una nueva dinámica económica, un crecimiento duradero y puestos de trabajo asegurados para el futuro en el siglo XXI", afirmó el canciller. En el panorama internacional del euro, el canciller destacó dos puntos: el euro tiene buenas posibilidades de convertirse en una "seria alternativa" al dólar norteamericano como moneda mundial y el espacio-euro se ha convertido en un "puerto seguro" para los inversores mundiales.

Para el primer ministro británico, Tony Blair, la jornada de ayer fue su último acto formal como representante de la presidencia de la Unión Europea. El enfoque británico en relación a Europa ha pasado del "autoaislamiento a una cooperación plena" durante este periodo, en el que se han puesto en marcha dos procesos históricos (la creación de la Unión Monetaria Europea y la ampliación al Este), según dijo. El equipo dirigente del BCE es "excelente", afirmó Blair, según el cual "la dirección del banco ha sido claramente establecida para los próximos 12 años". Así, el político británico daba sutilmente por sentada la validez del pacto de caballeros, según el cual el holandés Duisenberg estará cuatro años en su cargo y dejará después el puesto al francés Jean-Claude Trichet, para que lo desempeñe durante ocho más.

Por su parte, el presidente del Parlamento Europeo, José María Gil-Robles, dijo ayer que la institución que dirige será un interlocutor "respetuoso, exigente y cooperador" del BCE.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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