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Netanyahu vuelve de vacaciones

El jefe de Gobierno israelí, Benjamín Netanyahu, ha tenido de vacaciones su agenda de política exterior durante las últimas semanas, por cortesía del presidente iraquí Sadam Hussein. Pero, ese plazo de gracia en que las preocupaciones de Washington estaban en otra, salva sea, la parte, concluyó el pasado fin de semana. El líder del Likud sabe que la veda de la presión norteamericana se puede levantar en cualquier momento, y ha empezado a actuar con la decisión y los reflejos que le caracterizan.Antes de que EE UU comience a hacer preguntas, tras el acuerdo de no bombardear Irak, por ahora, Netanyahu ha querido pegar primero afirmando que su Gobierno está dispuesto a aceptar la resolución 425 de la ONU, que urge a Israel, sin ningún éxito, desde 1978, a retirarse de la banda de 850 kilómetros cuadrados que ocupa en el sur del Líbano, conocida como la franja de seguridad, y que tiene por objeto alejar lo más posible de Isfael a la guerrilla de Hezbolá, de obediencia fundamentalmente siria.

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Es cierto que el líder derechista ha añadido que esa retirada debería ir acompañada de garantías para la seguridad de Israel y "de sus aliados libaneses". Lo que equivale a que no haya represalias contra las milicias cristianas que hacen de guardas forestales de Israel en la zona, y que las guerrillas no puedan volver nunca más a esa franja de tierra.

Eso ya lo había dicho Netanyahu anteriormente, pero lo nuevo es que hable ahora explícitamente de la resolución 425, y que sus colaboradores subrayen que ya no se exige al Líbano un tratado de paz en toda regla, como el que costó la vida al presidente Gemayel en 1984, y que, tras semejante aviso, jamás fue ratificado.

Respuesta a EE UU

Las declaraciones, formuladas ante una delegación de judíos de la diáspora en Jerusalén -otra indicación de que no hablaba a humo de pajas- se consideran una respuesta a determinados signos que EE UU transmitió la semana pasada a Israel sobre una nueva disposición de Siria a negociar. Y como un acuerdo semejante sólo podría cerrarlo Beirut con la aprobación de Damasco, incluso una de las figuras de la oposición laborista más críticas del Gobierno, ShIorno Ben Ami, se toma en serio la apertura de juego de Netanyahu.Los motivos del jefe del Likud son sin duda, muy variados. De un lado, echa carnaza a Washington para que no se diga que reabre el curso diplomático en la inmovilidad más absoluta, como otras veces le ha convenido; en segundo término, responde a una demanda insistente del frente interior que pide que se ponga fin al mini- Vietnam que arde en la frontera libanesa, y que la semana pasada hizo otros tres muertos; y, finalmente, porque hasta la mera apariencia de negociaciones con Beirut le daría el tiempo que necesita para seguir no retirándose de Cisjordania, que es de lo que va esto.

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Por todo ello, Netanyahu envía hoy a dos íntimos colaboradores, Dan Naveh, secretario del Gabinete, y Uzi Arad, asesor político del jefe de Gobierno, a París. En la capital francesa se espera que haya suficientes siros y libaneses para recibirles.

El curso diplomático se reanuda formalmente, de otro lado, este próximo jueves con la visita del líder israelí a España, Alemania, Noruega y Gran Bretaña.

Netanyahu no quiere salir de viaje sin que todo el mundo vea que primero ha hecho los deberes.

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