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En memoria del padre

Ruiz-Gallardón recordó a los presos políticos, entre ellos su progenitor, en la apertura de la Real Casa de Correos

José Manuel Romero

La inauguración de la Real Casa de Correos, edificio fundado en 1756 y rehabilitado por la Comunidad de Madrid como sede de su presidencia, resultó amable, elegante y emotiva. Alberto Ruiz-Gallardón, presidente regional y primer inquilino del remozado palacio, ejerció de anfitrión ante el rey Juan Carlos y la reina Sofía, que acudieron encantados al acto, y ante los más de 200 invitados que llenaron los flamantes salones, en cuya reforma se han invertido dos años de trabajo y 2.700 millones de pesetas. La fiesta estuvo repleta de gestos simbólicos y entrañables.

Ruiz-Gallardón y María del Mar Utrera, su esposa, aguardaron a los invitados junto al patio central del resucitado edificio. Sólo en dos ocasiones la pareja presidencial salió a la calle para saludar a los que llegaban. La primera vez, el presidente regional saludó a su antecesor, Joaquín Leguina, quien le había aconsejado en el traspaso de poderes que reparase los mil achaques de la avejentada Real Casa de Correos. Leguina llegó junto al ex ministro socialista Enrique Múgica, quien conoció las entrañas más oscuras del inmueble por sufrir calabozo durante el franquismo.

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Volvió después el presidente a la calle para atender a sus principales invitados, don Juan Carlos y doña Sofía. Ruiz-Gallardón les enseñó encantado el nuevo edificio, y el Rey correspondió con un piropo: "La rehabilitación de la Casa de Correos es una apuesta por el porvenir".

Los gestos simbólicos se intensificaron cuando los Reyes pasearon por la planta noble de la Real Casa de Correos y se detuvieron junto al histórico balcón desde el que el 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República. Fue el momento más delicado de la visita. Ruiz-Gallardón abrió las puertas del balcón con la ayuda del Rey. La Reina acompañó la escena. Sólo faltaba un paso para propiciar una foto histórica. Y el Rey lo dio. Se asomó al balcón y regaló una imagen con la que muchos políticos habían soñado estos días. La gente que aguardaba en la calle respondió al Monarca con una salva de aplausos.

Después continuaron los gestos. El Rey mostró un afecto especial a los dos presidentes madrileños. A Leguina, que eligió la Real Casa de Correos como sede de la presidencia regional hace años, le estrechó la mano al terminar su real discurso. A Ruiz-Gallardón, que cumplió con gusto el consejo de su antecesor y dio lustre a un inmueble que definió como "símbolo del pluralismo y la diversidad, el Rey le cogió por la cintura en un momento de la visita.

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El presidente autonómico también destapó su memoria más sentida y recordó a su padre, José María Ruiz Gallardón, quien también padeció calabozo en los sótanos del edificio de Sol, tres plantas por debajo de donde hoy su hijo tiene despacho. Alberto Ruiz-Gallardón recordó a todos los que allí fueron encerrados en los tiempos del franquismo: "Vieron acallada su voz, pero nunca su pensamiento". Y remató su discurso con nuevos regalos a Leguina, del que valoró su "acierto histórico" al ubicar la sede autonómica en el edificio de la Puerta del Sol.

No faltó al estreno un nutrido grupo de presidentes autonómicos. Allí estuvieron, entre otros, Manuel Fraga, Juan José Lucas y José Bono. Para ellos, y para todos los dirigentes de otras comunidades que visiten Madrid, el edificio dispone de unas coquetas dependencias.

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