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Entrevista:

"Madrid desconoce la historia de la estatua ecuestre de Felipe IV"

Había pasado cientos de veces junto a ella, en la plaza de Oriente, pero era demasiado alta para entretenerse a contemplarla. El año pasado, subido a un andamio, pudo mirarla a escasos centímetros y quedó fascinado por su belleza. Al historiador del arte José Manuel Matilla le causó tal impresión la estatua ecuestre de Felipe IV que todavía, varios meses después, asegura que "es maravillosa". "Verla de cerca fue no de los mayores placeres que he sentido en mi vida".

Matilla, de 36 años, una década trabajando en la Calcografia Nacional, presenta esta tarde, en el Centro Mesonero Romanos, un libro que cuenta los avatares de esta estatua de bronce realizada en el siglo XVII por el escultor italiano Pietro Tacca, autor también del caballo de Felipe III situado en la plaza Mayor. Además de ser la primera recopilación en torno a la historia y la técnica del monumento, el libro incluye fotografias tomadas en 1997 desde el andamio, durante su limpieza y restauración, que reproducen detalles de la escultura fuera del alcance de los ojos del paseante.

Pregunta. ¿Qué tiene el caballo de Felipe IV que no tengan otros?

Respuesta. Es la única estatua ecuestre que se sustenta sólo sobre las patas traseras. AIgo que técnicamente es muy complicado de hacer, más aún hace tres siglos. La leyenda cuenta que fue el propio Galileo Galilei quien asesoró al escultor Pietro Tacca para que pudiera conseguir esa tan difícil sujeción.

P. Históricamente, los monumentos ecuestres han estado en el punto de mira de los madrileños. ¿Por qué levantan tantas pasiones?

R. Generalmente, estos monumentos han sido obras de propaganda y exaltación de la monarquía. Ubicarlos en emplazamientos públicos tenía una intención muy clara, y por eso el pueblo los retiraba cuando se proclamaban las diferentes repúblicas. En el caso del monarca Felipe IV, el elevado pedestal en el que está subido la protegió de las iras populares: era complicado retirarla, y más todavía derribarla.

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P. Pero esa altura impide también que los paseantes puedan admirarla.

R. Es una pena, porque es de una calidad técnica y artística extraordinaria. Realmente, impresiona. En el pasado siglo, Isabel II eligió esta escultura como símbolo de las bellas artes. Ahora, todo el equipo que participó en su restauración quedó fascinado. Es una obra digna de formar parte de los recorridos culturales de Madrid. Por eso me sorprende lo poco que los madrileños saben acerca de ella. Sólo despierta el interés de los turistas. Los españoles se fotografian junto al caballo, pero desconocen su historia.

El caballo de bronce. La estatua ecuestre de Felipe IV. Arte y técnica al servicio de la monarquía. Editado por la Calcografía Nacional. Presentación en el Centro Mesonero Romanos (plaza Mayor). 22.00.

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