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Estrategia del ruido

El ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, ha calificado esta misma semana las críticas del Partido Nacionalista Vasco (PNV) a la política antiterrorista como una estrategia del ruido con la finalidad de doblegar la voluntad del Gobierno y ha llegado a acusar al PNV de coincidir en su estrategia con ETA: "Hay quien quiere doblegar la política del Gobierno con las pistolas y quien quiere hacerlo con el ruido".La acusación es grave. En sí misma y por venir de quien viene. Con razón, como en la invasión de las competencias de la Ertzaintza por la Policía Nacional, o sin ella, como en la denuncia ante el Consejo de Europa de la política penitenciaria respecto de los presos de ETA, es evidente que el PNV está haciendo ruido. Mucho ruido. Es, en consecuencia, difícil no estar de acuerdo con las declaraciones de Mayor Oreja.

Ocurre, sin embargo, que con la denuncia de la estrategia del ruido no basta. Porque la pregunta que inmediatamente se impone es la siguiente: ¿por qué tolera e incluso propicia el Gobierno de la nación esa estrategia del ruido en materia antiterrorista?

El PNV es un partido importante en el sistema político español. Pero, a diferencia de lo que ocurre con Convergència i Unió (CiU), su concurso no es indispensable para la gobernabilidad del Estado. El concurso del PNV sólo es indispensable en la estrategia antiterrorista. Los cinco diputados del PNV tienen el "valor añadido" de que cualquier estrategia de pacificación del País Vasco exige la participación y el protagonismo incluso de los nacionalistas en general y del PNV en particular. En la medida en que la pacificación de Euskadi no es un problema exclusivamente vasco sino un problema general de la democracia española, los cinco diputados del PNV valen más de lo que numéricamente representan.

Pero valen más en la medida en que estén dispuestos a comprometerse en una estrategia antiterrorista común. Sin ese compromiso, los cinco diputados del PNV deberían valer como cinco y nada más que como cinco.

Esto es lo que no se entiende de la política del Gobierno. Al PNV se le está primando desde el comienzo de la legislatura con la transferencia de los impuestos especiales, la renegociación del cupo, etcétera. Se ha llegado a un acuerdo en todo, excepto en materia antiterrorista.

¿Por qué? ¿Por qué el Gobierno de la nación no le hace saber al PNV que si hay desacuerdo en política antiterrorista no hay acuerdo en nada? ¿Por qué no le hace saber que al Gobierno de la nación sólo le interesa llegar a un acuerdo sobre impuestos especiales, cupo, etcétera, si hay también un acuerdo en materia antiterrorista? ¿Qué sentido tiene una negociación en la que el PNV obtiene todo lo que le interesa y no cede nada y al Gobierno de la nación le ocurre lo contrario? ¿No se está fomentando de esta manera la estrategia del ruido?

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El mensaje que está transmitiendo José María Aznar al PNV es que el entendimiento entre el nacionalismo vasco y el Gobierno de la nación es independiente de la contaminación acústica en materia antiterrorista.

Y así nos va. Con la política de entendimiento con el PNV de José María Aznar, aceptando como "motivo de desacuerdo" la política antiterrorista, lo extraño no es que haya ruido. Lo extraño sería que no lo hubiera.

Claro que esta constatación conduce a otro interrogante: ¿a quién le interesa la estrategia del ruido? ¿No estaremos más bien ante una estrategia pactada con la finalidad de obtener rendimiento electoral por ambas partes?

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