_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Diez años del 'lunes negro'

Joaquín Estefanía

"La memoria financiera dura unos diez años. Éste es aproximadamente el intervalo entre un episodio de sofisticada estupidez y el siguiente. Así, no tenemos que preocupamos, por los próximos diez años". Estas frases fueron escritas por el economista norteamericano de origen canadiense John Kenneth Galbraith (uno de los mejores historiadores de la Gran Depresión), pocos días después del crash bursátil que comenzó el 19 de octubre de 1987, del que hoy se cumplen diez años.Según esta cadencia, los problemas para los mercados de valores mundiales podrían estar a punto de resucitar, independientemente de los fundamentos económicos. Tanto en 1929, como 58 años después, las declaraciones de los responsables se acumulaban en el mismo sentido. Pocos meses antes del crash del veintinueve, el presidente norteamericano Calvin Coolidge, decía: "El presente puede contemplarse con satisfacción, y el futuro con optimismo"; y días después del lunes negro de 1987 -pero horas antes de una segunda recaída bursátil- el titular de la primera página del Wall Street Journal proclamaba: "Pocos en la Bolsa de Nueva York temen hoy que se repita la experiencia del lunes negro". Los que ahora dicen -con razón- que la situación es totalmente distinta no hacen más que repetir lo que se afirmaba en 1929 y en 1987.

Ello no significa, desde luego, que tengan que volver a darse de modo obligatorio las convulsiones bursátiles del pasado, a pesar de que el actual mes de octubre no esté siendo precisamente bueno para los inversores, que han visto como se esfumaban parte de las ganancias de meses anteriores. Hace díez años se vivía un ambiente de exuberancia financiera y, como ahora, en los meses anteriores al crash había habido muchas personas e instituciones que compraron en las bolsas simplemente porque éstas estaban subiendo, pensando en liquidar antes de que bajaran. Es lo que Galbraith denomina efecto codicia, que deviene en efecto pánico y en efecto contagio cuando los mercados comienzan a caer.

El 20 de octubre de 1987, según cuenta en su primera página EL PAÍS Ias bolsas de valores de los principales países industrializados sufrieron ayer su peor día desde la postguerra, sólo comparable a los hechos que dieron lugar al crash de 1929. El índice Dow Jones, que agrupa a los 30 valores industriales más importantes que cotizan en Wall Street, llegó a caer más de 500 puntos en Nueva York, lo que produjo 'horas de pánico y de locura, en Tokio primero e inmediatamente después en el resto de los mercados de valores: Londres, París, Francfort, Hong Kong, Sidney, etcétera. En España, la caída de sus cuatro bolsas se mantuvo en cotas controlables, alrededor de los cinco puntos [un día después caerían mucho más]". En dos meses, el índice Dow Jones perdió casi un 30% de su valor, pero de forma casi inmediata inició una senda de recuperación. Con la perspectiva que da el tiempo, se puede afirmar que el colapso de hace diez años no fue sino una breve pausa correctiva del ciclo alcista de los mercados de valores de los últimos tres lustros.

Las diferencias entre 1929 y 1987 están hoy aún más arraigadas: una mayor presencia del Estado que permite mecanismos de intervención inmediata, y la interrelación de las bolsas de valores de todo el mundo, funcionando en forma de bucle las veinticuatro horas del día. Sin embargo, no conviene olvidar ni las lecciones ni las advertencias. Entre las primeras, la más nítida: los mercados financieros se han alejado en demasía de las realidades económicas e industriales. De las advertencias, recordar las que hacía la pasada semana el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, alertando sobre un exceso de optimismo: "Sería irrealista esperar que la bolsa mantenga el ritmo alcista de los dos últimos años".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_