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Tribuna
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Una foto en el camino. (II)

Las siete y media y la portera aún sin aparecer. Claro, a esa hora nadie la controlaba, siempre llegaba a las menos veinticinco o casi menos veinte. Así iba España. Haría el tiempo abriendo el buzón, a ver que era aquello. Boh, publicidad de pizzas, y a ver, a ver..., folletos electorales, del PSOE y del BNG. Se daban prisa. ¿A qué esperaban los suyos?.No podían dormirse, no bastaba la tele controlada, había que dar la batalla en los buzones y en todas partes. Allí estaba la foto del candidato del PSOE, Caballero, con su barba recortadita. ¿Y no parecía que le habían pintado arrugas? Bah, no era conocido; lo había puesto el alcalde de A Coruña, Vázquez, que era quien volvía a mandar, porque le convendría. No era rival para don Manuel. Arrugó el folleto, comprobó que no le veía nadie y lo metió en el buzón del 1º-B, total ésa seguramente ya votaba socialista, trabajaba en el Ayuntamiento, así que la habrían enchufado allí los socialistas. Corrupción socialista.Se abrió la puerta del ascensor, el del 5º, el de la Caja de Ahorros. Ese debía ser del Bloque; su hijo andaba siempre con pegatinas y banderas gallegas y estrellitas y todo eso. Qué país, pobre España. La guerra contra el separatismo y los esfuerzos de Franco para eso. Cuando se quiso dar cuenta ya el del 5º había pasado musitando un hola, también él había contestado otro hola, y ya salía del portal. llevaba prisa, siempre huraño.

Qué gente tan extraña. En su tierra la gente era más clara y habladora, por qué se habría quedado a vivir allí; era otro país, portugueses, el culo de España. Cosas de la profesión, y ahora ya con los hijos criados allí, a jubilarse. Lo terrible de la vida era que carecía de contenido, simplemente habían pasado los años.

No, no estaba cómodo en el partido, el PP allí era muy distinto. Para empezar, la mayoría eran unos aldeanos, hablaban gallego todos. Y los oía uno hablar y no sabía si eran de derechas o de izquierdas, si subían o bajaban, aquella gente parecía equivocada de partido. A veces la asamblea comarcal en vez de ser del PP parecía del bloque, más de una vez les había citado las palabras de Fraga, "España lo único importante, señores", y nada, como si nada, ellos a lo suyo, que si asfaltar pistas y polideportivos para ganar elecciones. Sin ideología ni principios algún día el partido de Galicia lo pagaría. Aunque también Fraga decía cosas que eran impensables antes, hablando en gallego, como Pujol. Recordarle sus propias palabras, lealtad a los principios. Así se chuleaba Cuiña de que en Galicia mandasen él; aldeano. Falta hacía que mandasen a Rajoy y a Romay a controlarlos y a meterlos en cintura, y aún así. No sabía José Mari lo que era aquello. Si un día faltara don Manuel habría cuchilladas... Así habían votado hacía tres años en 17 ayuntamientos del PP a favor de la autodeterminación de Galicia, así.

Habían empezado ellos mismos, el PP, obligándolos a estudiar cursos de gallego; los verbos. Un día gobernarían los del bloque y los obligarían a hablarlo; los funcionarios de las consellerías aguantaban de todo.

Por fin, la portera. Cerró el buzón y miró el reloj.

- ¿Qué? ¿Se pegan las sábanas, eh?

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- El autobús que se retrasó un poquito, ya sabe cómo está el tráfico...

- Ya, ya.

Y salió. Tenía tiempo de tomar un café antes de ir a la Consellería.

Allí estaba el del 5º parado en la acera mirando con la boca abierta un cartel del Beiras colgado de una farola. Apuró el paso. Vaya cartelería se gastaban, tan buena como ellos. Fanáticos. Mucha autonomía y federalismo, pero en el fondo separatistas. Antes mucho labriego y marinero y el obrero y así, pero ahora corbatas y despachos, como todos. Ya querrían mangonear Galicia ellos. Si entran en la Xunta, España pierde territorio, como los vascos y los catalanes. Si no fuese por el control del PP desde diputaciones y ayuntamientos... Cada vez los votaban más, un verdadero peligro. Menos mal que por ahora el PP podía seguir fletando autobuses y dándoles allí la papeletita, la gente bien atada.

-¿Qué, su candidato? Muy retocadita.

Parecía que le fastidiaba.

-Yo no tengo candidato. La de Fraga sí que está operada, es de cuando era ministro de Gobernación.

Echó a andar, pero él le siguió.

-Don Manuel no necesita cirugía. (Pues qué se creía ese estúpido). ¡Está mejor que nunca y vamos a ganar! (¡Chúpate ésa, eso sí que les dolía!).

- Ya, y si gana dimite y entra Cuiña; dijo y apuró el paso dejándole atrás.

Qué traidor, ya salía con ésa. El dedo en la llaga. Pobre Fraga, ya no podía mandar. Que si pudiese... Lo dejó ir, iría al trabajo a la Caja, y entró en el Bahía. Al verlo por la puerta, Fina ya se dirigió a la cafetera a hacerle su cortadito templado. Vaya, en el mostrador estaba Rogelio, el del PSOE. Otro bueno.

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