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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Piden perdón

PRIMERO FUERON los obispos alemanes y polacos. Ahora, la Iglesia católica de Francia ha pedido perdón al pueblo judío por su complicidad, cobardía o pasividad ante el holocausto, con una sinceridad que redime la demora. Como el propio presidente Jacques Chirac en la ceremonia del Vel d'Hiv, el 16 de julio de 1995: donde mostró su arrepentimiento en nombre de toda Francia por el antisemitismo criminal de Vichy, el obispo de Saint Denis, Olivier de Berranger, entonó un público mea culpa el pasado martes en el suburbio parisiense de Drancy, donde se hallaba el primero de los campos de concentración para judíos del país.En Francia, ni más ni menos antisemita que cualquier otra nación europea, la mirada hacia aquel pasado tiene, sin embargo, un acento muy especial. El gaullismo, que restableció la independencia y el crédito internacional del país en 1945, estimó que la reconciliación entre los franceses exigía un espeso silencio y un denso maquillaje de lo que fue el vichismo.

Tan sólo a comienzos de los años setenta, la obra del historiador norteamericano Robert Paxton en torno a Vichy y la ocupación comenzó a descorrer el velo de lo que el país había querido olvidar. La memoria de Darquier de Pellepoix o Xavier Vallat, comisarios para los asuntos judíos, entraba en la historia contemporánea de Francia. En una pirueta en absoluto casual del calendario, el próximo miércoles comienza el juicio a Maurice Papon, el último gran superviviente de la colaboración, alto funcionario policial del pétainismo, ex ministro y que vivió sin ser molestado hasta finales de los ochenta.

Pero en ese movimiento del obispado católico de arrepentimiento ante el horror culpable cabe observar una omisión. El Vaticano jamás ha hecho un pronunciamiento parecido en nombre de la Iglesia universal. Juan Pablo II, de cuya condena personal del antisemitismo nadie puede dudar, jamás ha pedido perdón en nombre de la Iglesia toda. A quien ha sabido expresar su arrepentimiento por errores del pasado, en los que la Iglesia tuviera parte como la Inquisición o la condena a Galileo, le falta un nombre en la lista: el holocausto.

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