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El 'Tribunal del Ruido' veta la mitad de las solicitudes de bares.

Antonio Jiménez Barca

El gobierno municipal, del PP, inició hace cinco meses una cruzada muy particular contra la concentración de locales de copas en zonas saturadas de bares. El Tribunal del Ruido, una comisión municipal encargada de estudiar la apertura de bares susceptibles de ser escandalosos, ha rechazado la mitad de las peticiones de licencia presentadas desde diciembre pasado, cuando comenzó a funcionar. Este tribunal ha examinado desde entonces 48 locales que, por su situación o su superficie, tienen más posibilidades de molestar a los vecinos, y ha rechazado la licencia para 24, porque la documentación presentada no estaba completa (en cinco casos) o por no reunir todas las condiciones exigibles.La actividad de este Tribunal del Ruido es menor de la prevista, calculada cuando se formó para estudiar unas mil propuestas de licencia al año. Una de sus reglas es la de no consentir -o hacerlo con cuentagotas- nuevos locales en zonas medioambientalmente protegidas, esto es, áreas de la ciudad ya saturadas de bares y de locales de copas.

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"El tribunal intenta, sobre todo, que no se formen nuevas zonas como Huertas o Malasaña, pero poco puede hacer con las zonas de copas ya consolidadas, ya que esos bares tienen sus licencias en regla", comenta Joaquín Fernández Castro, técnico municipal del área de Medio Ambiente y miembro de esta comisión, que estudia las licencias de locales que se van a emplazar a menos de 150 metros de otro ya en funcionamiento, o que solicitan horarios nocturnos, o con más de 150 metros cuadrados.

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Vicálvaro y Salamanca acotan zonas contra la implantación de bares de copas.

Al margen del tribunal del ruido, el Ayuntamiento de Madrid tiene otra arma para luchar contra la estridencia de los establecimientos: la declaración de zonas medioambientalmente protegidas. El Ayuntamiento ya ha pensado cuáles son las próximas: la avenida Real, en Vicálvaro, y dos zonas del barrio de Salamanca. Esto quiere decir que a partir de junio, fecha en que el pleno municipal aprobará esta medida, la apertura de bares de copas en estas áreas será más difícil.Los bares ya existentes en estas zonas deberán, asimismo, reforzar la insonorización de las paredes y construir un vestíbulo a la entrada. La concejal de Vicálvaro, Carmen Torralba (PP), emprendió hace unos meses una cruzada contra los bares de la avenida Real para obligarles a cumplir el horario de cierre. Los propietarios contraatacaron con manifestaciones y la concejal volvió a la pelea enviando policías que cerraran los locales a la hora establecida por ley: las 2.30 de la madrugada los fines de semana. Al final, la edil ha otorgado a los bares "unos tres cuartos de hora más" y el asunto ha quedado en tablas. Pero para que la cosa no se desmande, Torralba ha solicitado la calificación de zona medio ambientalmente protegida.

Por su parte, el concejal de Salamanca, Fernando Martínez Vidal, mantiene en todo su distrito una campaña antirruido. Un ejemplo: ha prohibido la música en las terrazas de todo su territorio, con lo que se dan situaciones atípicas: en un lado de la Castellana, que pertenece al distrito de Salamanca, las terrazas son silenciosas (y poco concurridas) y en el otro, que pertenece a Chamberí, se pone música, lo que atrae a la clientela .Actualmente , en la ciudad existen seis zonas medioambientalmente protegidas : en el centro son Lavapiés,Huertas ,Malasaña, los alrededores de la Plaza mayor,las calles aledañas de la plaza de Oriente y el barrio de la Morería. Además, tiene tal declaración todo el distrito de Chamberí y la zona que rodea al estadio Santiago Bernabéu, en Chamartín.El concejal socialista Eugenio Morales critica el reiterado incumplimiento de la declaración de zona medioambientalmente protegida. "Por estar dentro de esta catalogación, estas zonas deberían estar mucho más controladas por la policía y por los funcionarios municipales, pero como faltan efectivos, no se hace, con lo que se le da un título que no sirve para mucho", señala el edil. El Grupo municipal Socialista piensa pedir que todo el distrito Centro se declare zona medio ambientalmente protegida.

El concejal de Medio Ambiente, Adriano García-Loygorri, reconoce que lo que consigue este título "es parar males mayores". "Pero muchas veces el problema no está en los locales, sino en la gente que sale de los bares cantando y chillando; contra eso se puede hacer poco, la verdad", añade el concejal.

Ya en 1948, el Ayuntamiento pareció adelantarse a este problema: existe una curiosa ordenanza aprobada ese año que prohibe determinados comportamientos: "Producir ruido alguno que pueda molestar al vecindario después de las doce de la noche; lanzar gritos o cánticos descompasados a cualquier hora del día o de la noche". La ordenanza no especifica qué pasa si los cánticos no son "descompasados".El distrito de Centro, el más castigado por los noctámbulos, soporta, sólo por el tráfico, un nivel de ruido que pocas veces baja de los 60 decibelios, cinco por encima de lo recomendado por la Unión Europea. En una encuesta presentada recientemente y elaborada por la Universidad Politécnica, el 28% de los ciudadanos de la Comunidad de Madrid tenía "problemas para dormir por el ruido".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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