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Amnistía Internacional dice que las cárceles rusas son un infierno hecho por el hombre

Pilar Bonet

En las cárceles rusas se muere por asfixia y hacinamiento, y cualquier ciudadano que tenga la desgracia de ser detenido, inocente o culpable, puede ser víctima de brutales palizas y malos tratos infligidos impunemente por representantes de los cuerpos de seguridad. Estos hechos se desprenden de un impresionante informe sobre la tortura en Rusia que ha sido realizado por la organización defensora de los derechos humanos Amnistía Internacional (AI) y titulado Tortura en Rusia. "Este infierno creado por el hombre", según palabras de un recluso que da su testimonio.

El informe, difundido ayer, denuncia el uso sistemático y extendido de la tortura en la Federación Rusa, donde, según el documento, tanto la vieja legislación heredada del periodo soviético como las nuevas normas legales postcomunistas transgreden las normas internacionales sobre derechos humanos y facilitan la violación de los derechos fundamentales.Realizado bajo la dirección de la investigadora de origen búlgaro Mariana Katzárova, el informe considera que las condiciones de detención en Rusia "equivalen a la tortura". En casi todos los centros de detención preventiva de este país, señala el documento, se han registrado casos de muerte por falta de oxígeno. La legislación rusa permite prolongar la detención preventiva durante muchos meses, y esta circunstancia, combinada con el auge de la delincuencia y las consecuencias de la crisis económica hacen que las condiciones en los centros de detención sean insoportables. Los recortes presupuestarios afectan tanto a las cárceles como a los cuarteles. En algunas unidades del Ministerio del Interior de los alrededores de Moscú se descuenta ilegalmente a los reclutas una parte de su exiguo salario para pagar el papel higiénico.

En julio de 1995, señala el informe, 11 prisioneros murieron a consecuencia de golpes de calor en una hacinada prisión de Novokuznetsk, en la región siberiana de Kémerovo, en cuyas eldas, previstas para 10 personas, se hacinaban 25, cuando la temperatura superó los 50 grados centígrados. En 1994, en la misma cárcel hubo un intento de suicidio colectivo ante las crueles palizas que en ella se propinaban, según el informe.

Rusia ha firmado la Convención contra la Tortura, así como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. La tortura y los malos tratos están prohibidos en ambos documentos, al igual que en la Constitución de Rusia.

Las torturas afectan especialmente a las minorías nacionales, como los chechenos y los ciudadanos procedentes de las regiones del Cáucaso. La desconfianza hacia la policía es generalizada y el 43% de los moscovitas aseguran que no abrirían la puerta a los agentes del orden en ninguna circunstancia, mientras el 37% dice temerlos tanto como a los delincuentes, según una encuesta publicada hace un año en el periódico Komsomolskaia Pravda.

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El personal médico de las prisiones, asegura el informe, colabora también en las torturas, al negarse a registrar las secuelas de los malos tratos e incluso participando en ellos. Las condiciones carcelarias han contribuido a la propagación en Rusia de la tuberculosis, una enfermedad que estaba erradicada y que ha vuelto a surgir. -

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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