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Tribuna:ANTE EL CONGRESO DEL PSdeG-PSOE
Tribuna
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¿Qué tenemos que cambiar en Galicia?

El articulista expresa, con motivo del próximo congreso socialista gallego, su punto de vista sobre el proyecto de su partido para Galicia

Una de las grandes dificultades de la política es determinar con precisión lo que se quiere cambiar de una realidad dada. Lo fácil es querer cambiar al que gobierna (el "váyase, señor González" de turno). Lo difícil es concretar lo que un partido político quiere para su país o para su ciudad, imaginarlo y escribirlo para luego concitar el apoyo de los ciudadanos. Un proyecto político es como el plan general de una ciudad. Y para una comunidad como Galicia ese "plan general" debe plantearse su transformación, tanto económico-territorial como político-administrativa. La necesidad de un proyecto de cambio en Galicia deriva de dos constataciones: a) la de que su situación de subdesarrollo relativo con respecto a otras regiones europeas hace que los cambios que de hecho se producen en la economía, la cultura, la sociedad o el medio físico deban acompasarse con procesos que aumenten nuestras capacidades y opciones de desarrollo, y b) la de que la fuerte personalidad tradicional de Galicia debe adaptarse a las demandas de un nuevo siglo tratando de mantener su identidad. En consecuencia, el cambio no puede ser una simple reproducción de lo que existe en otros lugares o una ruptura caprichosa o simplemente vanguardista con lo que hay, sino un proceso para colocar a Galicia en igualdad de condiciones con otras regiones de España y de Europa. Desde el punto de vista socialdemócrata, ese proyecto debe ser solidario, racional, culto y educador, y en esos perfiles es donde se ha de dar la "aportación específica" de un partido socialista a la transformación de Galicia.

Es necesario reconocer que la autonomía como hecho político ha sido buena para Galicia y los gallegos, ha ayudado a encontrarnos más que a separarnos. Basta con comprobar las tan distintas cosas que defendíamos unos y otros no hace muchos años o el elevadísimo índice de abstención habido en el referéndum estatutario. Si la autonomía ha ayudado a aglutinar a la sociedad gallega y a aproximar a los partidos, puede y debe seguir desempeñando ese papel. En este sentido, los puntos de encuentro en la política (que tiene muchos) deben ser explicitados en nuestro caso, ya sea con el PP y el BNG conjuntamente o con alguno de los dos por separado: las propuestas. políticas en que se concretan las demandas y reivindicaciones básicas de Galicia, en España y en Europa, la definición legislativa del modelo de organización territorial (en lo político y administrativo), las políticas que requieren necesariamente el acuerdo entre instituciones (como las infraestructuras) y las que fijen el común denominador que en materia de lengua y cultura queremos defender son, por ejemplo, áreas en las que la búsqueda de la coincidencia debe ser un objetivo político. Si estas políticas se relatan, luego será más fácil, tanto desde el Gobierno como desde la oposición, permitir su desarrollo, y, sobre todo, este posicionamiento previo será mucho más claro para los ciudadanos,que tienen el derecho de saber a qué atenerse con sus potenciales representantes.

Sin embargo, la política también requiere marcar las diferencias entre las opciones. Los socialistas debemos plantear, en primer lugar, el ejercicio de la solidaridad: Galicia necesita de la solidaridad del resto de España y de Europa para mejorar sus opciones de desarrollo. Nuestro encuadramiento en el Estado y en la UE debe reafirmarse sobre modelos de equilibrio y distribución. Eso, por pura coherencia, obliga a practicar políticas en el interior de Galicia igualmente basadas en la solidaridad.

Pero los socialistas debemos reclamar y ejercer la solidaridad para superar los atrasos del país, sus problemas de crecimiento y desarrollo, no para perpetuarlos; debemos exigir la ayuda del resto de España y de Europa, pero, para modernizarnos, no para instalarnos en una demanda perpetua. Esta actitud exige de nosotros mismos, de los gallegos, una gran dosis de racionalidad racionalidad en el diseño de nuestras demandas, en la aplicación de los recursos que obtengamos y en la potenciación de las sinergias derivadas de todos los factores de desarrollo. Por poner un ejemplo, la importante inversión en infraestructuras (especialmente las autovías de conexión con la meseta y con Portugal) no está conllevando un diseño explícito que especialice el territorio, que ordene las zonas de crecimiento industrial fundamentalmente en tonmo a las villas y ciudades, que desarrolle políticas de cooperación económica y de servicios públicos en el plano urbano y metropolitano entre las siete ciudades gallegas y entre cada ciudad y su área de influencia... En Galicia, las infraestructuras son un factor esencial de desarrollo, porque ellas deben ordenar la gestión del territorio y permitir trasvases demográficos y de empleos de las economías agrarias y extractivas a las industriales y de servicios.

Esta cuestión conecta inevitablemente con una indispensable reforma político-administrativa. Durante los últimos 15 años, los españoles nos hemos dedicado con ahínco al desarrollo de un Estado de las autonomías partiendo de un, Estado centralista. Ahora, el PSdeG-PSOE debe dar un paso decisivo en la ejecución y formulación de las políticas de las ciudades y de los ayuntamientos, en general, basado en dos principios: el de subsidiariedad y el de no forzar la homogeneidad de las soluciones. Es evidente que para el diseño y la prestación de servicios públicos y la formulación de políticas sectoriales ha llegado el momento de transferir competencias y recursos a las áreas metropolitanas, a la capital de la comunidad autónoma o a los ayuntamientos que, teniendo vocación y capacidad, pueden hacerlo mejor que la, autonomía. También es evidente que la acción de coordiación y acuerdo interadministrativo debe intensificar por ello, que la fijación del deslinde entre las competencias autonómicas y locales, en un territorio tan desigual, como el gallego, debe producirse por acuerdos no necesariamente simultáneos ni coincidentes entre los distintos territorios. La innovación político-administrativa puede reproducir en Galicia el esquema de las "transferencias", entre el Estado y las regiones, ase gurando la homogeneidad mínima de los servicios con una fórmula alternativa: más competencias y más fiscalidad municipal y menos presencia autonómica, o menos competencia y fiscalidad municipal, pero más presencia autonómica.

Por último, nuestro proyecto tiene que ser cultural y educador. La cultura es un poso, una respuesta esencialmente colectiva, que identifica a un país, pero que se va haciendo de las "culturas" en que participan los ciudadanos, desde la vanguardia o la tradición, desde lo local o lo universal. Por eso, nuestra apuesta cultural debe reforzar los procesos de innovacion, y no sólo los de identidad. Galicia ha alcanzado sus momentos de esplendor económico y social cuando ha conjuntado en su cultura lo tradicional y lo moderno. Alcanzarlo de nuevo, ante un nuevo siglo, debe ser un objetivo esencial que los socialistas debemos proponer a nuestros conciudadanos. La integración de los elementos dinámicos y conservacionistas de la cultura exige intensificar los procesos educadores, para dotamos de un capital humano adecuado, esencial en un proceso moderno de desarrollo y para posibilitar la aplicación más colectiva y racional de los bienes y servicios en te mas como la conservación del patrimonio, los espacios públicos, el medio ambiente y el territorio.

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Finalmente, para el desarrollo de todo esto (y de más cosas) es también necesario diseñar el cambio que se tiene que dar en nosotros mismos para ser creadores de ideas racionales, cultas, solidarias, educadoras, fundamentales para la vigencia de nuestra opción socialdemócrata, y también cuáles son los cambios que se tendrían que dar en nuestro partido para que los ciudadanos participen más y mejor ' no sólo de nuestro ideario ya elaborado,. sino también de su concepción. En ese contexto ha de proponerse el objetivo de conseguir el cambio de Gobierno y de opción política que Galicia necesita tres años antes del comienzo del nuevo imlenio y alguno menos de la Unión Monetaria Europea. El PSdeG-PSOE debe proponer más lo que "Galicia, debe ser", ya que, desde perspectivas distintas, el PP y, en buena medida, el BNG nos pro ponen más de "lo que es".

Xerardo Estévez es alcalde de Santiago

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