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Incertidumbre en torno al análisis de la leche como transmisora del mal de las 'vacas locas'

El Gobierno británico niega que esté haciendo más pruebas sobre la seguridad láctea

Isabel Ferrer

La leche de las reses británicas que padecen la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) está siendo analizada por científicos gubernamentales por temor a que pueda presentar también la infección. Las pruebas llevadas a cabo consisten en alimentar a las crías con. la de sus madres durante un largo periodo de tiempo, y comprobar luego si contraen más fácilmente la enfermedad de las vacas locas. La noticia, adelantada ayer por el dominical The Observer, fue, sin embargo, negada por el Ministerio de Agricultura. "Tonterías" dijeron sus portavoces, "no hay nuevos ensayos".

"La leche no supone riesgo alguno para la salud", insistió el portavoz ministerial. Pero, según The Observer, el nuevo experimento es el quinto de su clase desde 1990 y trata de despejar de una vez por todas las dudas. Puntualiza incluso que los primeros resultados se publicarán el próximo mes de octubre. Estas revelaciones salen a la luz pocos días después de que el Ministerio británico de Agricultura admitiese la posibilidad de que la enfermedad pueda transmitirse de las vacas a sus crías.Agricultura siempre ha sostenido que la proteína anormal denominada prion, el agente que desencadena el mal, no aparece ni siquiera en la leche de vacuno enfermo. Su equipo asesor afirma desde hace meses que no hay por qué preocuparse, pero dos conocidos microbiólogos piensan lo contrario.

Harash Narang, el primer estudioso que advirtió de la posible transmisión de la vaca a la ternera, ha dicho que la leche puede ser uno de los agentes portadores de la enfermedad: "Aunque presente tal vez un riesgo mínimo para el consumidor, éste existe. Lo que ocurre es que carecemos aún de medios suficientes para evaluar cotas muy bajas de infección. El Gobierno, sin embargo, prefiere deducir que dicha posibilidad no existe".

Narang ha calificado también de inútiles los ensayos realizados hasta la fecha y lamenta que las versiones oficiales ofrecidas durante esta crisis alimentaria confirmen la desinformación que afecta al Gobierno desde hace una década".

Sus críticas son compartidas por Stephen Dealler, que fue también el primero en hablar del posible contagio humano: "Los experimentos son de pésima calidad. No pueden ser esgrimidos como prueba fiable de que la leche está libre de la infección".

Harash Narang añade incluso que trabajar con ratones es una pérdida de tiempo en este, caso. Según él, dicho roedor no puede ingerir leche suficiente para efectuar un buen análisis. "Los visones, en cambio", propone, "beben tanto. como un niño ordinario". "El Gobierno debió informarse, mejor en su día", apostilla Dealler.

El Ministerio británico de Agricultura sí ha reconocido que lleva varios meses investigando la leche de vacas enfermas y por eso considera que es "completamente segura". La industria ' lechera espera también ansiosa cualquier declaración oficial. Sus representantes reconocen que a estas alturas desearían contar con una respuesta "definitiva y concluyente".

Las grandes cadenas de supermercados, por su parte, no han notado un aumento significativo en la demanda de productos lácteos de origen orgánico desde que estallara la crisis. Tampoco la carne de vaca criada sin piensos animales y en pequeños rebaños ha logrado seducir al consumidor británico. Pasada la primera angustia y confusión, sólo el pavo y el pollo han mantenido un aumento en las ventas.

Estas nuevas revelaciones pueden suponer serios problemas para la recuperación de los ganaderos británicos, que han perdido millones de libras desde que comenzó la crisis de las vacas locas hace más de cuatro meses.

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