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DEBATE DE INVESTIDURA

González garantiza una oposición sosegada y se compromete a que la legislatura llegue a su fin

Anabel Díez

Felipe González hizo ayer auténticos alardes para demostrar su felicidad personal y su tranquilidad política en su reestreno en la oposición. Incluso garantizó a su sucesor en La Moncloa, José María Aznar, una legisatura sosegada, constructiva y, sobre todo, de cuatro años; es decir, de duración normal. Pero le hizo una advertencia: tropezará con los socialistas si su Gobierno intenta tocar el Estado del bienestar o siembra vientos de intolerancia. El jefe del Gobierno saliente hizo una batería de preguntas sobre las condiciones y las consecuencias económicas del pacto del PP con los nacionalistas. Como no obtuvo respuesta de Aznar, concluyó: "Muy bien; está usted en su derecho de no responder si no quiere".

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Gónzález provocó las sonrisas de los, representantes nacionalistas con sus comentarios sobre las negociaciones con el Partido Popular. Con un toque de ironía, el líder socialista felicitó a Joaquim Molins, portavoz de, Convergència i Unió (CiU); a Iñaki Anasagasti, portavoz del PNV, y a los dirigentes de Coalición Canaria por los "interesantes" resultados conseguidos.Después empezó la parte de su discurso que más ostensiblemente molestó a Aznar. El líder socialista pretendía que el presidente del PP le concretara, para tranquilidad de los ciudadanos, algunos aspectos de su acuerdo de financiación autonómica. No lo consiguió, a pesar de que le requirió para ello en tres ocasiones. Las mismas que el próximo presidente del Gobierno lo remitió a futuras negociaciones en el seno del Consejo de Política Fiscal y Financiera, en el que están representados el Gobierno central y los Ejecutivos autonómicos.Topes a la cesión

González quería saber en qué cuantía aumentará la sobrefinanciación por los servicios ya transferidos a las comunidades, si la cesión del 30% del impuesto sobre la renta (IRPF) tendrá o no topes, y de dónde saldrá o a qué actuales servicios afectará el incremento de dinero de la nueva financiación. Por último, le preguntó qué consecuencias tendrá para cada comunidad autónoma el nuevo sistema de financiación y qué previsiones se han hecho para las que resulten perjudicadas con el nuevo sistema.

González, al darse cuenta de que José María Aznar no estaba dispuesto a concretar, se limitó a dejarlo en evidencia reconociendo su derecho a no responder.

Pero González y Aznar demostraron que deseaban un debate de investidura pacífico, dando por hecho que la legislatura está recién estrenada y tiempo habrá para el enfrentamiento. El de la financiación autonómica fue el único asunto en el que el intercambio de buenos propósitos amenazó en algún momento con saltar por los aires.

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Antes de llegar a los turnos de réplicas y dúplicas, en los que se enzarzaron ligeramente en su controversia autonómica, Felipe González hizo su declaración de intenciones sobre lo que va a ser esta legislatura, al menos por Su parte: "Tranquila, sosegada y muy divertida". Un González tan relajado y sonriente empezaba a irritar en los bancos del Partido Popular y, por el contrario, a encandilar a los parlamentarios socialistas, que buscaron un par de pretextos para aplaudir a su líder con verdadero entusiasmo.

El jefe del Ejecutivo saliente, aunque evitó exponer detalladamente lo que considera logros de sus 13 años y medio de gestión, se convirtió. en algunos momentos en el presidente del Gobierno al que la Cámara está acostumbrada a ver. "Perdonen, todavía me cuesta un poco cambiar el chip", dijo. A Aznar le agradeció su discurso matutino, en el que había evitado alusiones hirientes a la etapa socialista que concluye.

El líder socialista hizo un cántico al valor de la estabilidad política y aseguró que nunca dirá al nuevo presidente del Gobierno "!váyase, señor Aznar!", sino que, en todo caso, le dirá "gobierne, señor Aznar". '.,Le garantizo que pondré todo de mi parte para que esta legislatura dure", dijo.

Para que nadie se llamara a engaño, contó a la Cámara las líneas generales de su política de oposición. González defenderá su programa electoral, pero tiene interés en. consensuar temas de Estado. Con cierta cadencia repitió la coletilla de su interés por eliminar "la crispación de la vida política" y "eliminar la descalificación rotunda".

Se apoyó en esta última declaración para empezar la enumeración de los problemas prioritarios para España a juicio de su grupo parlamentario. En primer lugar, la defensa de un país tolerante, preocupado como está González porque en los últimos tiempos ha habido brotes de intolerancia. No fue más allá, ya que ayer estaba por no molestar, pero Aznar se dio cuenta de que lo decía por su grupo y por el tipo de oposición realizada por los populares durante la última legislatura.Convergencia europea

González colaborará con Aznar para que España pueda cumplir los criterios de convergencia, que, a su juicio, "son perfectamente alcanzables cuando llegue el momento", esto es finales de 1997. Comoquiera que Aznar había dicho que España no cumple ahora ninguno de los criterios de convergencia, González le replicó con el consuelo de que es mal de muchos, ya que, salvo Luxemburgo,, ningún país los cumple.Hubo cierta vanagloria en González cuando habló de la situación económica actual y aseguró que la promoción "de políticas activas de empleo" es otro de sus objetivos en la oposición. Anuncio que su grupo promoverá el debate sobre el reparto del tiempo de trabajo. A su juicio, el triángulo competitividad, empleo y Estado de bienestar no es fragmentable.La defensa de las políticas sociales fue expuesta como otro de los. grandes ejes del PSOE en la oposición. Pensiones,. sanidad pública y educación entraron en es te paquete. Animó el líder socialista a Aznar a que no abandone el Plan Director de Infraesructuras y el Plan Hidrológico Nacional. Suscribió González toas las palabras sobre política exterior de Aznar y, entre los temas de Estado sobre los que no planteará controversia, destacó la lucha contra el terrorismo. González acabó diciendo que esperaba que a nadie le extrañara que hoy votara no a la investidura de Aznar, ya que desde ayer su grupo es "alternativa de Gobierno".

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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