"Con mi aspecto no podré hacer vida normal", dice el 'ertzaina' a quien quemaron el 55% del cuerpo
"Con el aspecto que tengo, no creo que pueda hacer en los próximos años una vida normal", manifestó ayer el ertzaina Jon Ruiz Sagarna. Con voz serena, pero sin ocultar la dura situación que padece desde el 24 de marzo de 1995, cuando la furgoneta en la que viajaba junto a cuatro compañeros fue atacada con cócteles molatov por unos encapuchados, Ruiz Sagarna narró su dramática experiencia ante el tribunal que juzga a sus presuntos agresores.
El agente testificó detrás de un biombo, al igual que los otros cuatro agentes que prestaron declaración en la vista que se sigue en San Sebastián contra los jóvenes Aitor García Sánchez, Unai Erquis y Jon Ander González, afines a grupos radicales.El fiscal les acusa de cinco intentos de asesinato en grado de tentativa, por los que solicita 340 años de prisión y 400 millones de pesetas de indemnización para las víctimas.
El ertzaina Jon Ruiz Sagarna, cuyo cuerpo resultó quemado en un 55%, compareció en el Palacio de Justicia con atuendo deportivo, bajo el que lleva desde hace meses un traje especial que le protege las quemaduras.
De su rostro sobresalían al exterior los ojos, la nariz y a boca, ya que el resto está cubierto por una malla de color carne, similar a la que utilizan los corredores de Fórmula 1, que tapaba con una visera.
Seis operaciones
El aspecto que presenta el agente de la policía vasca un año después del atentado dejó impresionados á los miembros del tribunal, que fueron los únicos que pudieron verle.El ertzaina declaró que sufre altibajos en su estado anímico porque "es difícil salir adelante con el aspecto que tengo". Ruiz Sagarna relató ante la Sala que estuvo un mes entre la vida y la muerte y permaneció cinco más internado en el hospital de Cruces.
"Me han realizado seis intervenciones quirúrgicas y son muchas más las que tienen que hacerme. Realmente, yo creo que los médicos no saben por dónde empezar a practicarme la cirugía plástica", relató. El agente está en tratamiento psiquiátrico y acude semanalmente a un especialista.
"Con el aspecto físico que tengo no creo que en los próximos años pueda hacer una vida normal", se lamentó. Ruiz Sagarna era el conductor de la furgoneta que el 24 de marzo de 1995 fue atacada con cócteles molotov por unos encapuchados en Rentería (Guipúzcoa).
Relató que, después de que los artefactos impactaran contra el vehículo, sintió que todo su cuerpo "estaba envuelto en llamas. A partir de ese instante y hasta que. me tumban en una camilla, no recuerdo nada más", agregó.
Óscar Muñoz Ortega, otro de: los ertzainas que resultó abrasado, tuvo que interrumpir su relato de los hechos en dos ocasiones debido a la emoción.
Por su parte, el agente Juan José Miragalla, el último que abandonó la furgoneta, explicó que no pudo salir por las puertas traseras porque estaban bloqueadas. Cuando, por fin, lo consiguió, añadió, "tenía la cabeza envuelta en llamas. Yo no me había dado cuenta porque la furgoneta se había convertido en una bola de fuego y todo se entremezclaba. Fue un compañero, que vino a socorrerme, el que me avisó".
Los tres acusados están siendo respaldados en el exterior del Palacio de Justicia de San Sebastián por varias decenas de jóvenes que proclaman su inocencia.
En un panfleto firmado por los tres acusados se afirma "que no son unos vándalos, ni unos quemaertzainas", al tiempo que desean la pronta recuperación de las dos muchachas que fueron atropelladas por el vehículo policial cuando la furgoneta incendiada perdió el control. Nade dicen, en cambio, sobre la suerte de los cinco agentes que resultaron abrasados.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.