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La SER recrea el consultorio sentimental de Elena Francis

Rosario G. Gómez

Querida Elena Francis fue uno de los programás populares de la radio franquista y el consultorio sentimental por excelencia. Nació en 1947, en Radio Barcelona, como un espacio de belleza, y con el tiempo se convirtió en el paño de lágrimas de míles de mujeres. Detrás de Elena Francis se escondía un equipo de guionistas encargados de dar respuesta a las truculentas historias de amor y desamor de los oyentes. Juan Soto Viñolo fue durante 18 años la voz y el corazón de Elena Francis. La SER revivió ayer este mítico programa.

Una década después de la desaparición del consultorio, Juan Soto Viñolo ha recopilado preguntas y respuestas para el libro Querida Elena Francis, que ayer fue presentado en La ventana, de la SER. "Querida Elena Francis significó el preludio de los culebrónes televisivos, y no fue más carca que cualquier otro medio de comunicación", aseguró Viñolo.La ventana, dirigido y presentado por Javier Sardá, recreó ayer los viejos tiempos del famoso consultorio, con una selección de las cartas que por miles, recibía Radio Barcelona. Cristina Almeida, que ejerció por unos minutos de Elena Francis, ofreció unos consejos radicalmente distintos a los que se difundieron en su día.

"Elena Francis era el seudónimo dé la patrocinadora e ideóloga del consultorio. Era una mujer enormemente dinámica y decidida que marcó la línea del programa", aseguró ayer Juan Soto Viñolo. Los problemas más habituales de los años sesenta -cuando Viñolo se convirtió en guionista eran los embarazos no deseados. Con el tiempo fueron sustituidos por problemas conyugales, malos tratos, y casos de maridos adúlteros o alcohólicos.

Los temas estrella eran el amor y el desamor. Y para todos había respuesta, por muy escabrosos o escandalosos que fueran. "Fue un consultorio totalmente abierto a todo tipo de cuestiones. Incluso hoy podría ser útil para abordar asuntos políticos, sociales o xenófobos", matizó el autor de Querida Elena Francis. El fin de Querida Elena Francis llegó en 1984, cuando ya se emitía en RNE. "Desconozco cuáles fueron las causas por las qué acabó, quizá por motivaciones políticas o por problemas presupuestarios, o quizá porque el personaje ya se había agotado", asegura Viñolo.

Desde 1965 hasta 1984 fue la época más brillante de Elena Francis. El programa se difundia por medio centenar de emisoras, coincidiendo con su momento de mayor auge. A partir de la muerte de Franco el consultorio inicia un discurso más aperturista, que contrasta con el tono conservador de antes. Soportó las trabas propias de la época, como cualquier otro medio de comunicación. Estuvo dentro de los límites impuestos por la dictadura

Las cartas eran auténticas pero también había alguná inventada para darle más morbo al programa, según admite el guionista. Pese a todo, Elena Francis ejerció un papel a medio camino entre el psicólogo y el psiquiatra.

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