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Un centenar de abanicos viaja al pasado

Se le llamó el "cetro de la coquetería". El abanico tuvo su propio lenguaje, fue un capricho de moda, un símbolo político, indicaba la procedencia social de su dueño y, sobre todo, fue un inmejorable reflejo de toda sociedad por la que pasó: elegantes damas del siglo pasado movían el aire con la mano izquierda (es decir, le estaban diciendo a alguien "nos observan"), mientras el país (la parte superior dé su abanico) reflejaba con la misma fidelidad que los periódicos de ahora la inundación de Lorca el 30 de abril de 1802. 0 una escena de alguna ópera de Rossini, o el motín de Aranjuez, o un idilio entre dos pastorcillos, o a Fernando VII firmando la Constitución. Todo valía en estos objetos heredados de la China.Los 119 abanicos que se exponen en el Museo Municipal constituyen una de las mejores muestras de estas piezas que se hace en España desde 1920, tal y como explicaba una de las organizadoras. Son abanicos que van desde mediados del siglo XVIII hasta el siglo XIX, procedentes de los fondos de este Museo.El, tamaño es el primer d ato para ubicar en el tiempo un abanico: grandes y semicirculares, los del XVIII; de tamaño y vuelo más reducidos los posteriores. Los motivos para adornarlos también pueden ser otra pista: políticos, religiosos, mitológicos y fiestas campestres en el siglo XVIII. Escenas teatrales, operísticas, pastoriles y toda clase de acontecimientos políticos en el XIX. "Al principio, los abanicos eran un lujo. Se prestaban al gesto galante, de hecho, dieron pie a, un lenguaje propio", explica Carmen Priego, directora del museo.

María Josefa Pastor, que ha tomado parte en la muestra como especialista en abanicos del siglo XVIII, destaca uno que conmemora la boda del entonces futuro Carlos IV: una gran fiesta en la plaza Mayor de Madrid celebrada el 12 de diciembre de 1765. Del siglo XIX hay abanicos para días de luto, para niños, para novias, otros que reflejan el trienio liberal (1820-1823), en los que aparecen vivas a la Constitución. Hay algunos con un anteojo camuflado para observar sin que se notara, otros con espejos (para lo mismo). Napoleón III, la reina Victoria o escenas tan cotidianas como una fiesta en la playa figuran entre los de este periodo, que según Isabel Tuda, jefa de exposiciones del museo, se caracteriza por la tipología.

Abanicos. En el Museo Municipal (Fuencarral, 78). Metro Tribunal. De martes a viernes, de 9.30 a 20.00. Sábados y domingos, de 10.00 a 14.00. Hoy, cerrado. 300 pesetas.

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