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Yeltsin da marcha atrás y se lleva a Kózirev a Francia y Estados Unidos

Pilar Bonet

El presidente ruso, Borís Yeltsin, trató de enmendar ayer la pésima impresión producida la víspera cuando afirmó estar considerando el cese de su ministro de Exteriores, Andréi Kózirev. Yeltsin, que inició ayer en París su primera gira desde el ataque al corazón que sufrió en julio, dio marcha atrás y se llevó al ministro a Francia como uno de los puntales de su delegación en las conversaciones que tuvo con el presidente francés, Jacques Chirac, y de las que posteriormente tendrá en EE UU con Bill Clinton.

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Kózirev, de 44 años, el ministro más veterano del Gabinete post-comunista ruso, se queda en su puesto "de momento", según hizo saber Yeltsin antes de subir al avión que le llevó a París. Allí el líder ruso espera que la posición de Moscú frente a EE UU y frente al electorado nacionalista ruso se vea reforzada gracias a una postura común franco-rusa en relación al contingente, pacificador en Bosnia.[En París, Chirac y Yeltsin acordaron que Rusia -como Francia, Reino Unido y Estados Unidos- se haga responsable del mantenimiento de la paz en una zona de la antigua Yugoslavia. Asimismo, ambos presidentes se mostraron favorables a la celebración a fines de este mes de un a reunión en Moscú de los presidentes de Croacia, Serbia y Bosnia en presencia del Grupo de Contacto con la ex Yugoslavia, informa France Presse].

Yeltsin, que por su propia iniciativa sacó a colación el polémico cese de Kózirev en el aeropuerto de Moscú, afirmó que el día anterior había querido subrayar la necesidad de reforzar el trabajo administrativo del ministerio que el titular del departamento no puede atender por estar siempre de viaje. El presidente señaló que el asunto podía resolverse poniéndole a Kózirev un buen viceministro que le ayude en la burocracia, y con su peculiar humor, dijo que Kózirev le había preguntado si debía acompañarle en el viaje. "Y yo le dije que venga, que venga, que venga, por el momento", afirmó el jefe del Estado ruso, mientras el aludido escuchaba imperturbable.

El volátil mandato de Kózirev, un político odiado por los sectores nacionalistas rusos, se ha visto prolongado interinamente. Sin embargo, el poco tacto del presidente, que se formó como político en una organización comunista de provincias, perjudica la imagen de la misma Rusia ante los interlocutores occidentales. Las señales contradictorias que emanan del Kremlin y el comportamiento rudo de su máximo inquilino producen una idea de gran confusión que poco puede beneficiar a Yeltsin de cara a las elecciones. presidenciales del próximo jumo.

Kózirev fue acusado por Yeltsin de falta de coordinación en la política exterior, pero el prestigioso diario Izvestia, de tendencia reformista, puntualizaba ayer que el ministro "había repetido que la política exterior la dirige directamente el presidente y que el Ministerio del Exteriores es solo un ejecutor".

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En una entrevista en el diario Segodnia, Kózirev afirmaba que los políticos occidentales habían cometido el "error" de no haber aprovechado la oportunidad de elaborar un nuevo plan Marshall para Rusia al principio del periodo de transición postcomunista. De forma velada, el ministro criticaba a VIadímir Lukin, el jefe del Comité de Intemacional de la Duma Estatal (Cámara baja del Parlamento) y ex embajador en EE UU, cuyo nombre es uno de los que suenan como su posible sucesor. Según Kózirev, Lukin, que estuvo por la colaboración con Occidente en el pasado se cuenta hoy entre los partidarios de "subir el tono", algo que, según Kózirev, puede conducir a la confrontación y sólo beneficia a los "intereses egoístas inmediatos".

Kózirev, a quien los sectores nacionalistas califican como el "representante del Departamento de Estado de EE UU en Rusia", señalaba que no ha cambiado de posición, y, del mismo modo que había sido partidario de la presencia de la CSCE (Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa) en el Báltico, en 1991, lo está ahora a favor de la permanencia de la misión de la OSCE (Organización de Seguridad y Cooperación en Europa) en Chechenia.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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