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Reportaje:

Galeones lejanos

Arqueólogos españoles investigan una catástrofe naval de 1724

Uno de los dos galeones de azogue que se hundieron en 1724 en la costa de Santo Domingo, 30 días después de zarpar del puerto de Cádiz cargados de mercurio, ha sido desenterrado, fotografiado y estudiado por un equipo de investigación español en colaboración con organismos dominicanos. Su objetivo es documentar los restos del naufragio y estudiar detalladamente la arquitectura y construcción naval de hace casi tres siglos. Los arqueólogos submarinos han estudiado el galeón Nuestra Señora de Guadalupe y San Antonio, hundido a ocho metros de profundidad en la Bahía de Samaná, durante dos campañas de buceo en 1994 y 1995. Gracias a una extensa investigación histórica de las vicisitudes de estos buques, los miembros del proyecto Galeones de Azogue conocen ya muchos detalles de aquel naufragio.Los dos buques fueron sorprendidos por un huracán cerca del Caribe y se hundieron en la noche del 24 de agosto. El Tolosa naufragó más lejos de la costa que el Guadalupe. '

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Fueron unos pescadores, en 1974, quienes descubrieron los restos' del Guadalupe y en 1976, una compañía de rescate estadounidense obtuvo la concesión de las autoridades dominicanas para extraer los objetos de valor. Se sacaron entonces unas 50.000 piezas (joyas, vasos de vidrio, cerámica y utensilios), y parte de ellas se exhiben en el Museo de las, Casas Reales de Santo Domingo. Pero el casco del galeón sigue allí hundido.

"El Guadalupe fue construido en 1702, en un astillero de México, y fue la nave capitana de la armada de Barlovento hasta 1715; desde esa fecha se dedicó a llevar plata de América. a España y, en los viajes de regreso, mercurio de las minas de Almadén para el procesamiento de la plata en las minas americanas", explica Cruz Apestegui, co-director del proyecto de investigación, auspiciado por la asociación Navalia de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Navales ' de Madrid, y financiado por la Comisión Rescate Arqueológico' Submarino de la República Dominicana. Además del mercurio, el Guadalupe llevaba un cargamento de clavos, rejas de arado, papel sellado y carga de particulares: productos manufacturados, aceite y barriles de aguardiente.

Una decena de buceadores, dirigidos por Apestegui, Manu Izaguirre y Carlos León, han desenterrado el barco para medirlo, situarlo con precisión, determinar sus características, fotografiarlo, filmarlo y tomar algunas muestras antes de cubrirlo otra vez de arena. "Con toda esta información estamos haciendo la reconstrucción del Guadalupe en ordenador", explica León, arqueólogo especialista en barcos antiguos. "Queremos incluso hacer una maqueta del galeón de unos tres metros, a escala, para probarla en el canal d9 ensayos",, continua.

"El galeón pertenece a un período en que los sistemas tradicionales de construcción naval, que procedían del siglo XV, estaban completamente vigentes, aunque con los avances tecnológicos propios de su época", explica Apestegui. Fueron maestros españoles, aunque en uu astillero americano, . quienes hicieron el Guadalupe

Del galeón queda la parte de abajo del casco, con todas las. bodegas, enterrada en la arena unos tres metros y medio. "Dentro hay 570 cajas de clavos, que el Guadalupe transportaba con destino a un astillero de La Habana, y 230 toneladas de mercurio, en dos bodegas especiales", explica Apestegui. "Hemos sacado unas muestras de los clavos para hacer análisis metalográficos en la escuela de ingenieros navales y averiguar cómo estaban forjados. Sabemos que se fabricaron en Guipúzcoa".

También han extraído muestras de la madera del barco, y se están analizando en la ETS de Ingenieros de Montes. "Hay madera de campeche y madera de pino y está todo estibado con hierro", continúa Apestegui. El mercurio iba en dos bodegas especiales, en bolsas de cuero de 46 kilos, que a su vez estaban colocadas dentro de un barril de madera, y los barriles, de tres en tres, iban dentro de una caja con tela impermeabilizada.

El Guadalupe está en muy buenas condiciones; la madera no está podrida, según explica León. Medía 50 metros de eslora, de los que quedan unos 30 metros en un fondo arenoso, blando, con agua muy turbia por la proximidad de la desembocadura de dos ríos. León explica que esto dificulta los trabajos de excavación y reconocimiento fotográfico. "Pero tiene la ventaja", añade, "de que, como a los tiburones no les gustan las aguas turbias, apenas nos han molestado".

Allí, hundido y cubierto de arena, se quedará el galeón. "La Unesco recomienda no sacar del agua los barcos. Las tecnologías de protección actuales, por impregnación con resina, no sólo son muy caras sino que no garantizan la conservación", dice este especialista. Una exposición en el Museo de la Ciencia de la Fundación La Caixa, de Barcelona, mostrará el próximo año las imágenes del Guadalupe y las vicisitudes de su excavación.

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