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Los populares, por Dios y por la patria

El PP portugués revoluciona la campaña con un mensaje ultraconservador y antieuropeo

"Dios. Patria. Familia". Al Partido Popular portugués no le importa que sus adversarios políticos le acusen de retomar las tres palabras de orden que fueron el lema de la dictadura de Salazar, ni que el candidato socialdemócrata a la jefatura del Gobierno, Fernando Nogueira, tache a su líder, Manuel Monteiro de "político decimonónico", de "populista" y de "demagogo". El "partido nuevo" que Manuel Monteiro construyó en dos años, revolucionando por completo el viejo Centro Democrático y Social (CDS) es el factor más perturbador de la actual campaña electoral portuguesa con su discurso ultraconservador y antieuropeo.En primer lugar, porque es imposible comparar los resultados alcanzados hace cuatro años por el CDS (un 4%) con las expectativas creadas por una formación que cambió de nombre, de símbolos, de líder y que se coloca resueltamente a la derecha, una derecha antieuropeísta y nacionalista, que no ha existido en Portugal en los 20 años de democracia parlamentaria.

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El misterioso Partido de la Gente

El PP ha roto todos los tabúes. Ha hecho campaña contra el Tratado de Maastricht y culpa a los "burócratas de Bruselas" de todos los males de la sociedad portuguesa, de la crisis de la pesca a la "miseria" de los agricultores, de la delincuencia y de la inseguridad urbana a los incendios forestales que devastaron el país este verano.

Ha asumido el papel de justiciero contra la "poca vergüenza" de los políticos, la corrupción, los escándalos de las subvenciones atribuidas a "falsos agricultores y a los maleantes "que o quieren trabajar", las "patadas el trasero" prometidas a todos quellos que "no hacen nada" la voluntad de poner la cárcel a los asesinos, los violadores y los narcotraficantes son temas de éxito garantizado, no sólo entre el electorado rural más conservador sino también entre los vecí nos de los barrios de chabolas.

Si le votaran todos los que dicen: "Adoro escuchar a Manuel Monteiro decir las verdades que todo el mundo calla", el PP tendría asegurada la recuperación de todos los votos perdidos por el CDS en provecho del actual primer ministro, Aníbal Cavaco Silva, en los últimos 10 años y la superación, de la cota del 10% de votos. Pero el líder del Partido Popular sabe que muchos de los que le aplauden permanecen fieles a los partidos tradicionales y, según los sondeos, Manuel Monteiro no tiene siquiera asegurado el escaño de diputado por Braga al que aspira. Su radicalismo asusta y el discurso ultraconservador es difícil de conciliar con el modernismo que quiso imprimir a su campaña.

El cantante brasileño Iran Costa, contratado para animar los mítines del PP y el gran vencedor mediático de la campaña con su canción El bicho, ha sido despedido brutalmente porque una de las bailarinas del grupo ofendía el pudor de las beatas que constituyen el núcleo duro de las admiradoras de Monteiro. La desorganización, los retrasos sistemáticos, la agresividad contra la prensa y contra los militantes de otros partidos encontrados por el camino han contribuido a mermar el impacto de una campaña pensada en función del espectáculo.

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No es casualidad que Monteiro tenga a su lado siempre que es posible a Manuela Moura Guedes, que fue durante años una de las caras bonitas de los telediarios y Paulo Portas, el fundador y ex director del semanario Independiente, uno de los más temibles polemistas de la nueva generación. Para el Partido Popular, el enemigo número uno de estas elecciones es "el voto útil" y, a pesar de repetir que "hay que evitar a cualquier precio una mayoría de izquierda", es el Partido Social Demócrata (PSD), la "falsa derecha vendepatrias", contra el que Monteiro, no se cansa de lanzar flechas incendiarias. Porque, dice, "un voto para el PP vale por dos" uno contra la "vieja rnayoría", otro contra la "nueva mayoría" del Partido Socialista (PS).

Y, puesto que los sondeos no dan la mayoría a ninguno de los grandes partidos, el PP sueña con ser la bisagra del futuro Parlamento, una perspectiva que quita el sueño a socialistas y socialdemócratas. Si la "nueva derecha" consigue 10 o 12 diputados, los. debates en el hemiciclo de San Bento prometen ser mucho más animados de lo que han sido hasta ahora.

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