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Un problema hístórico

Antonio Elorza

Los comunicados de agencia sitúan los choques más duros entre manifestantes y policías en Estambul cerca de la Asociación Cultural Hacibektas. El dato evoca la participación de una de las corrientes de disidencia religiosa que convergieron en el alevismo, los bektachis, seguidores de Hacibektas Vely, un santón shií de Capadocia que en el siglo XIII comenzó a formar misioneros de su doctrina y que acabaría convirtiéndose en el patrón espiritual del cuerpo de los jenízaros, los soldados de origen cristiano al servicio del sultán. Discípulo a su vez de un jefe rebelde, sus seguidores encabezarían en el XVI una amplia insurrección en Anatolia contra el sultán osmanlí. Ese sentido de oposición les llevaría a conectar con otro grupo religioso turco enfrentado al sultán, los cabezas rojas (kizilbas), por el color del tocado cuyas 12 estrías evocaban los imames del linaje de Alí. Su derrota en 1514 por Selim I en Chaldiran dejará paso a una durísima represión.Por debajo de estas peripecias trágicas, el contenido de las doctrinas, más riguroso en los bektachis, marcado por el shamamismo y los rasgos tribales en los kizilbas, evocaba las dificultades para las poblaciones turcas instaladas en Anatolia, tanto de soportar el dominio osmanlí como de asumir la intransigencia del islam suní. Esa imperfecta articulación se refleja en el alcance y la intensidad de un proselitismo llevado a cabo en condiciones muy difíciles, de persecución y consiguiente clandestinidad. Hasta el punto de que cabría ver en el alevismo una forma de resistencia de fondo a una islamización inevitable. El rechazo de las ceremonias que señalizan al creyente suní, como el rezo en la mezquita o la peregrinación a La Meca, la reducción del papel de Mahoma y del propio Alá a la condición de componentes de una trinidad en la que destaca la figura de Alí, la confesión de los pecados, el papel de las mujeres, el antropocentrismo, viendo en el hombre el reflejo de la divinidad, son rasgos que hacen al alevismo una herejía, excepcional, incluso centro de un abanico doctrinal tan abierto como el shiísmo.

Más información
La protesta alevi se extiende desde Estambul a otras ciudades turcas

Los rituales alevis evocaban una transgresión de toda regla de los deberes del islam: asistencia mixta a las ceremonias, uso del raki o anisado, intervención de la música y la danza, acusación de incesto ritual, etc. Ello explica la intensidad de las persecuciones e incluso pogromos, el último de ellos en el interior de Anatolia en 1974. También los alevis emigraron en gran número a Estambul y llegaron a integrar un quinto de su población.

Hoy, las estimaciones para toda Turquía oscilan entre los 10 millones y los 15 millones.

Herederos de las creencias originarias del pueblo turco, los alevis verán con alivio la caída del sultanato y el giro laico dado por Mustafá Kemal. Hay decumentos que presentan a éste como reencarnación del imam oculto shií. El doble componente de protesta y nacionalismo no confesional les convirtió en un soporte sociológico de la Turquia de Atatürk. Al ser. puesta hoy en cuestión por la marea integrista, es lógico que estos herejes se conviertan en el enemigo a abatir.

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