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La liberalización, centro de la conferencia del G-7 sobre la sociedad de la información

Estados Unidos aumentó ayer su apuesta por una sociedad de la información sin barreras. El vicepresidente. Al Gore lanzó a sus socios europeos y japonés un nuevo reto: se comprometió a abrir completamente el mercado. norteamericano a las inversiones extranjeras en telecomunicaciones este mismo año. Con una condición: la reciprocidad. La conferencia del G-7 pasó así de foro de debate a escenario de la carrera entre los países ricos por la primacía en el control de la gran nueva materia prima del siglo XXI: la información.

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Al Gore se mostró privadamente muy impresionado por el "gran interés europeo" en las autopistas de la comunicación, según confesó a su vecino de mesa. En público fue al grano. Tras dibujar los encantos de la futura sociedad de la información, el vicepresidente norteamericano anunció un compromiso propio y lanzó un reto a sus socios como caminos para llegar a ella.Compromiso y reto, todo en uno: "Levantar conjuntamente nuestras barreras a la inversión extranjera". "Durante más de 60 años, Estados Unidos ha mantenido algunas restricciones a la inversión extranjera en determinados servicios de telecomunicaciones", recordó Gore. "Vamos a cambiar, y cambiaremos este año", espetó. Por ley o por reglamento, esa apertura se ofrecerá a "todos los países que hayan abierto sus propios mercados".Destrucción de barreras

El mandatario avanzó más. Se refirió no, sólo a los servicios, sino a todo el mercado de telecomunicaciones, y no sólo a aperturas bilaterales, sino a una liberalización generaliza:. da, al proponer a sus socios la mutua destrucción de barreras en las actuales negociaciones del Acuerdo General sobre Comercio de Servicios, que se desarrollan en el marco de la OMC. "El plazo límite para estas negociaciones es abril de l996", recordó Gore. "Aprovechémoslo". Al Gore apoyó también -aunque sin concreción- la regulación de los derechos de propiedad, "porque si los suministradores de los contenidos no están protegidos, no habrá contenidos con que llenar las redes".

El compromiso culminaba, un bello discurso liberal en el que comparó la sociedad a que nos abocarán las nuevas tecnologías con la que entronizó la Biblia de Gutenberg. "Nuestro sueño no es la. tecnología, ésta es un medio para conseguir un fin, la comunicación, que consiste en la estrategia humana básica para hacer crecer a nuestros hijos, educar, fortalecer y liberar". Una sociedad de empleados. "La experiencia demuestra", defendió, "que las políticas que bloquean el cambio o protegen el status adquirido se convierten en destructoras de empleo". Se refería al ejemplo contrario, su país.

Al Gore agradó. Jacques Delors, que acababa de moderar el debate de 40 empresarios de punta, apostilló que "todo retraso en liberalizar es contraproducente no sólo para las empresas europeas, sino también para los trabajadores y los usuarios". Lo que no, empuja, en su opinión, a modificar la directiva que fija en 1998 la liberalización de las infraestructuras. "Algunos países lo harán antes", predijo.

Delors, algunos empresarios y el vicepresidente de Africa del Sur, Thabo Mbeki, urgieron a que este crecimiento se haga en "cooperación" con los países en vías de desarrollo: "Sólo en la isla de Manhattan hay más teléfonos que en toda África, y en África del Sur los negros no tienen teléfono". ¿Cómo garantizar también la diversidad cultural? Proponiendo "inversiones adicionales para los productores locales", sostuvo Delors, desconfiando de que sólo las nuevas tecnologías aseguren esa diversidad. También es esencial garantizar un acceso abierto a estas redes para que las economías en desarrollo despeguen. La educación se beneficiará igualmente de este nuevo tipo de sociedad cuya principal característica es "la globalización". "Es un hecho, no una cuestión de ideología", aseguró. La autopista de la información no será única, se crearán varias redes. "Esto garantizará el pluralismo", dijo.

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