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TOROS: ENTRADA RÉCORD EN VALDEMORO

Jesulín de Ubrique triunfa en su primera corrida este año en Madrid

Vicente González Olaya

Jésulín llegó a Valdemoro (20.100 habitantes), vio y venció. El torero que más público arrastra actualmente a las plazas de toros cortó en su primera actuación este año en Madrid dos orejas y un rabo, se llevó varios sostenes al hotel y los aplausos de un público que vitoreó cada uno de sus pases. De todas formas, los aficionados sólo coincidieron ayer en una cosa: "Es la primera vez que la plaza de este pueblo se llena".

Momentos antes de comenzar la corrida, Nieves Herrero, vendedora ambulante, había vendido todos sus jesulines (pequeñas capas de cartón con la foto del torero). "Si es que tenía que haber traído más. Ahora sólo me quedan, cordobeses y litris", se quejaba.A las 16.30, el público congregado frente a la puerta de entrada (un centenar de jovencitas) esperaba impaciente la llegada del torero. Una furgoneta blanca, con el nombre del matador impreso en el frontal y los laterales se acercaba lentamente. La Policía Municipal intentaba poner orden en las aceras. No lo consiguieron. El torero miraba a través de los cristales del vehículo sin poder bajarse. Las jovencitas aporreaban las ventanillas. El matador las miraba. Cada una de las sonrisas las enardecía más. Sólo pudo bajar rodeado de policías y con varios miembros de la Guardia Civil pidiendo a gritos paso. "Hace tres años, cuando era casi desconocido, toreó aquí. La plaza casi estaba vacía. ¡Cómo cambia la vida!", recordaba un aficionado.

Miguel Báez, Litri, y Vicete Barrera se acercaban a los toros buscando el aplauso del público. Muchas veces lo consiguieron. Sin embargo, Jesulín lograba lo mismo con sólo una sonrisa. "¡Torero, torero!", le gritaban. El público, puesto en pie, sacaba pañuelos y exigía trofeos para su ídolo. "Es el más guapo y el. que mejor torea", explicaban sus seguidoras. Jesulín saludó a 2.800 espectadores, recogió flores y sostenes y se marchó con dos orejas y un rabo.

Matías Ramírez, conductor del matador, comentaba mientras esperaba la llegada del torero: "Siempre es lo mismo. Le apretujan, le zarandean y le sacan a hombros. A veces, tenemos problemas porque no nos dejan arrancar. El se lo toma bien, pero esto agota".

Un minuto después, Jesulín entró en el vehículo. Las jovencitas golpearon los cristales. La furgoneta arrancó mientras alguien tiraba fotografías del torero por la ventanilla. Las muchachas se pegaron por cogerlas y Jesulín partió camino de un hotel de carretera.

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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