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Entrevista:

"El uso del velo islámico en la escuela francesa es sìntoma de crisis social"

Enric González

El islam es uno de los factores para calcular el futuro de Occidente. Gilles Kepel, director de estudios religiosos en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Paris, acaba de publicar Al oeste de Alá, un análisis de la difícil, convivencia de los valores occidentales e islámicos.

Cada vez son más las jóvenes musulmanas francesas que se obstinan en asistir a clase con el cabello oculto bajo un velo, oponiendo su libertad individual a los principios de la escuela laica e igualitaria. Proliferan las mezquitas. Aparecen grupos de apoyo a los integristas argelinos. Ante tales fenómenos, conviene sentarse a pensar qué está pasando y no actuar sólo a golpe de impulso o reacción visceral. Gilles Kepel, experto en asuntos religiosos en Francia, cree que son síntomas de crisis social y de la necesidad de los marginados de enfrentarse a la exclusión.

Pregunta. ¿Por qué ha obtenido tanta resonancia la polémica sobre el velo en las escuelas?

Respuesta. Porque simboliza uno de los grandes enfrentamientos en esta sociedad de fin de siglo al plantear una disyuntiva básica de la posmodernidad: o se opta por la yuxtaposición de grupos culturales, religiosos o étnicos, celosos de sus derechos y dispuestos a afirmar su identidad propia, o bien se opta por una sociedad mucho más integrada y homogénea. La escuela, en este caso, es un modelo a escala de toda la sociedad. Es un debate que va más allá de la cuestión islámica, aunque ésta sea la más candente. Concierne, en el fondo, a la respuesta que queramos dar al problema de la marginación.

Hasta la caída del muro de Berlín y la muerte simbólica de la oposición Oeste-Este, los conflictos sociales se reflejaban en una representación política basada en la derecha y la izquierda. Actualmente, la escena política ya no reproduce ese tipo de oposición, ni es capaz de integrar a quienes están marginados porque carecen de acceso al empleo, a la riqueza y al bienestar. Una parte de la sociedad tiene la impresión de que la derecha y la izquierda se limitan a gestionar de la misma forma, monopolizadas ambas por las clases medias y altas. Hay muchos individuos que ya no se sienten representados. A partir de esa exclusión, aparecen nuevas formas de reivindicación de la identidad colectiva, inevitablemente religiosas, culturales o étnicas. El islamismo es una identidad colectiva, y el velo es uno de sus símbolos. En este sentido, el uso del velo en la escuela es síntoma de una crisis social.P. ¿No puede funcionar un orden islámico en algunos barrios?

R. En un primer momento, esas nuevas formas de representación pueden mostrar aspectos positivos: en los barrios deprimidos, con pobreza, droga y delincuencia, los grupos islámicos pueden ser un factor de vertebración y de orden. Pero, inevitablemente, esos movimientos integristas, islámicos o de otro tipo, chocan directamente con la sociedad global. Conducen a la atomización, a la balcanización de la sociedad. Ése es un fenómeno que ya existe en EE UU, donde, tras décadas de lucha conjunta por los derechos civiles, negros y judíos se enfrentan ahora violentamente. Cada comunidad se define por su propia historia y su propia legitimidad, y ésa es una definición excluyente.

P. En su opinión, por tanto, no se debe tolerar el velo.

R. En la escuela pública francesa, republicana y laica, rige tradicionalmente el principio de que las creencias religiosas deben manifestarse en la esfera privada. Los alumnos no deben pregonar su fe o sus diferencias con símbolos como el velo, porque ello impide que la escuela sea un mecanismo de integración social. Además, no hay ningún mandamiento que obligue a los musulmanes a llevar el velo en la escuela. Es más un símbolo de identidad cultural y social que de religión. Un sondeo publicado, recientemente por el diario Le Monde muestra que, entre la población francesa de origen musulmán, un 44% se opone al velo en la escuela y sólo un 22% es favorable.

P. ¿No es en muchos casos, tal vez, un simple fenómeno de rebeldía juvenil?

R. Existe también, indudablemente, un elemento de desafío de los adolescentes con las autoridades escolares. Pero no es un desafío trivial. Muchas de esas jóvenes que se niegan a quitarse el velo están reclamando, de alguna forma, su derecho a tener una vida distinta a la de sus padres, parados o marginados. El razonamiento es el siguiente: si ellos intentaron integrarse en la sociedad francesa y fracasaron, vale la pena optar por la vía de la diferencia y la autoafirmación.

P. ¿Es espontáneo el fenómeno del velo o es fomentado por alguna organización?

R. Hay un hecho curioso: después de vacaciones proliferan los velos. Eso se debe a que, en gran parte, los antiguos campos de vacaciones del Partido Comunista Francés para los jóvenes de la clase obrera han sido sustituidos por campos de vacaciones islámicos. Ahora, muchos alumnos vuelven islamizados de las vacaciones. He titulado mi libro Al oeste de Alá porque si hasta ahora el mundo estaba claramente delimitado, de un lado el comunismo y del otro el capitalismo, desde la caída del muro de Berlín y la fatwa de Jomeini contra el escritor Salman Rushdie (ambos hechos en el año fatídico de 1989) han desaparecido las fronteras. Hay islam en Occidente y Occidente en el islam. En Argelia la gente ve los programas de variedades de la televisión francesa, mientras en Francia hay grupos integristas.

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