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Don Corleone en Cambados

Xosé Hermida

Tres ancianos cuchicheaban en una esquina durante el entierro de Manuel Baulo Trigo. "Dentro de poco, esto va a parecer el Oeste", dijo uno. "Dentro de poco no. Ya lo es", le corrigió otro. Los arosanos saben que ahora va en serio. Desde hace años, escuchaban incrédulos las salmodías de quienes advertían que en esa tierra de espíritu fronterizo e inconformista estaba germinando un cultivo mafioso. Hasta el pasado día 12, muchos despachaban las advertencias como exageraciones sin fundamento.Esa mañana todo cambió. Lo que sólo ocurre en las películas sucedió en la puerta de casa: en pleno centro de Cambados, unos pistoleros a sueldo irrumpieron en el domicilio de Manuel Baulo, un narco con fama de delator, y le reventaron la cabeza a tiros. Tras este crimen, la gente se pregunta en voz alta por los bares: "¿Qué nos pasaría a uno de nosotros si nos cruzamos con ellos por la calle?".

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La sombra siciliana

En el juicio por la operación Nécora, el fiscal Javier Zaragoza avisó que o se paraban los pies a los narcos arosanos o Galicia llevaba camino de parecerse a Sicilia. La sombra siciliana siempre ha irritado a los gallegos y al fiscal le llovieron los palos: desde la Xunta, que le exigía una rectificación, hasta la mayoría de los alcaldes de Arosa, indignados por lo que consideraban un golpe a la imagen de una zona en la que no hay tiroteos por las esquinas ni uno encuentra problemas si no sale a buscarlos.

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Pero el asesinato de O Caneo ha echado abajo los esquemas a quienes, aún rechazando el narcotráfico, estaban seguros de que entre sus vecinos no había ningún don Corleone. Hasta hace poco también se creía, cándidamente, que el salto del tabaco a la cocaína era un invento para vender periódicos. "La operación Nécora le abrió los ojos a mucha gente. Este crimen les va a quitar la venda definitivamente", señala un personaje de Cambados que prefiere el anonimato.

Baulo no ha sido, desde luego, el primer muerto, ni su crimen la primera vez que aparecen las pistolas en Arosa. Se cuenta que el viejo Terito (Vicente Otero), uno de los pioneros en el negocio del tabaco, y Laureano Ubiña anduvieron a tiros hace años en el parador de Cambados.

También es antigua la historia de un camionero encerrado en un frigorífico por unos charlines. Más recientemente hubo un duelo en un monte entre dos bandas rivales, y aún está muy fresco el recuerdo de la matanza de Tucho Ferreiro, un narco de medio pelo, cocainómano y enloquecido, que antes de suicidarse se llevó por delante a Juan José Agra y a Danielito, ex lugarteniente de Sito Miñanco. Fueron crímenes provocados por la ira. Ahora, el fantasma de Don Corleone planea sobre Cambados.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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