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La muestra de Perpiñán se olvida de las mejores fotos del año

El certamen de fotoperiodismo no recoge imágenes de Ruanda

No hay fotos de Ruanda. La sexta edición del Festival de Fotoperiodismo de Perpiñán, visado para la imagen, es este año una muestra correcta de trabajos sin brillo. La ausencia clamorosa de imágenes de Ruanda, las más emotivas de las que nos golpean cada día; el exceso de exposiciones de trabajos históricos y las estrecheces impuestas por la crisis a los medios ofrecen una mediocre cosecha de la fotografía de prensa en 1994. Tan sólo Peter Menzel, con su Material world, se ha ganado este año el derecho a formar parte de nuestra memoria colectiva.

El VI Festival de Fotoperiodismo, que se ha inaugurado esta semana en Perpiñán, acaba de confirmar lo que se sospechaba. Descolocada por la competencia de la televisión y agobiada por la crisis económica, que ha reducido los presupuestos de todos los medios, la fotografía de prensa atraviesa un momento delicado. Las 40 exposiciones que se acaban de inaugurar a solamente dos horas de Barcelona son una buena muestra de la situación: todos los trabajos presentados son correctos, algunos incluso parecen interesantes, pero hay que buscar con lupa para encontrar algún rastro de emoción o genialidad entre las cerca de 2.000 obras expuestas.La gloria del festival está compartida por dos grandes exposiciones: Material world y La herencia Kennedy. La primera es un proyecto extraordinario del norteamericano Peter Menzel, que, en colaboración con otros 16 fotógrafos, ha retratado las posesiones de una familia media en 30 países del mundo; desde la familia Natoma de Mali, que apenas posee unos cacharros de barro y tiene una renta de 30.000 pesetas anuales, hasta los Abdulla de Kuwait, con sus cuatro coches y su sofá de 13,5 metros de longitud. Un retrato de la familia a través del mundo, que este fin de semana publica en España El País Semanal, y constituye uno de los documentos más extraordinarios de los últimos años. La herencia Kennedy es la visión de John y Jacqueline a través de la cámara de Jácques Lowe, fotógrafo de Kennedy durante la campaña electoral y sus años en la Casa Blanca. Un conjunto de imágenes míticas que, 25 años después, se han convertido en clásicas de la fotografía.

El gran déficit de Perpiñán, un festival que pretende cabalgar sobre la actualidad, se llama Ruanda. La ausencia de imágenes que han quedado recluidas en una proyección nocturna es un borrón insalvable.

Inmersa en el festival y tomada por cientos de fotógrafos, Perpiñán vive la fiebre de la fotografía. El éxtasis llega cada noche de la mano de un gigantesco espectáculo audiovisual que proyecta cientos de imágenes desiguales que abarcan desde el precioso documento que recupera las fotos originales del histórico ¡Viva Zapata! hasta reportajes más dignos de un folleto de agencia de viajes que de un festival de fotografía.Las 40 exposiciones, que hasta el próximo día 18 se espera que sean visitadas por más de 100.000 personas, pretenden tomar el pulso a la situación de la fotografía. Jean-François Leroy, director del festival, ha elaborado un cóctel mezclando cuatro ingredientes básicos: "Las noticias, la fotografía histórica y de homenaje a determinados personajes, el descubrimiento de fotógrafos o sus imágenes más personales y, finalmente, la realidad del mercado". Este último punto, que el responsable explica como un acto de realismo, ha provocado una fuerte presencia de agencias de fotografía.Conclusiones

De Rusia a Latinoamérica y de la religión a los retratos de las estrellas del cine y la música, la borrachera de Perpiñán deja claras, una vez resucita la resaca, algunas conclusiones sobre el estado del fotoperiodismo:

- Los reportajes han ganado definitivamente la guerra a la fotografía única. El modelo Salgado, capaz de contar un acontecimiento en una docena de imágenes, se ha impuesto a la instantánea genial de Cartier-Bresson.

- La miseria y el sufrimiento siguen siendo los grandes argumentos para asegurarse el éxito. El cóctel perfecto se consigue tras añadir gotas de sensiblería (preferiblemente en forma de niño). En Perpiñán hay algunos ejemplos clamorosos, entre los que destaca la deleznable Vida y muerte de los niños de Sarajevo, del italiano Enrico Dagnino.

- La fotografía española se muere cuando llega a nuestras fronteras. En Perpiñán sólo hay cuatro referencias con sabor nacional: las magníficas imágenes de Ricky Dávila sobre los niños de Chernóbil en Cuba, dentro de la muestra del World Press Photo; la participación de José Manuel Navia dentro del proyecto Material world, fotografiando a una familia segoviana; la exposición de Diario 16 para festejar su decimosexto aniversario y los libros de Cristina García Rodero y Tino Soriano.

Eso es todo lo que hay. En la memoria del festival, junto a un más que aceptable nivel medio, quedan dos dudas: ¿cuántas grandes historias se producen cada año en el mundo? Y, lo que es peor, ¿cuántas de estas fotografías serán capaces de resistir los 25 años que han soportado las de Lowe sobre los Kennedy sin ser devorados por el tiempo?

Guía mínima

La aventura de ver todas las exposiciones de Perpiñán puede ser dañino para la salud.Ésta es la guía mínima imprescindible y razonable:

Peter Menzel: Material world. Un retrato sociológico de 30 familias de todo el mundo a través de sus propiedades.

Jacques Lowe: La herencia de Kennedy. Las fotos familiares y políticas de un mito 25 años después.

Los rusos: La travesía de un siglo. De los zares a Yeltsin. La historia de Rusia a través de 100 imágenes, algunas de ellas extraordinarias.

Carole Callagher: Estados Unidos, punto cero. Un trabajo de investigación sobre las pruebas atómicas realizadas en secreto sobre la población norteamericana.

Mare Asnin: Mi tío Charly. Doce años en la vida de una familia americana en Brooklyn.

Juhan Kuus: Suráfrica. Tres historias sobre la violencia.

Mary Ellen Mark: Retratos de América. Treinta años de Estados Unidos a través de su gente.

Mark Seliger: Retratos. El glamour de las estrellas americanas.

Robert Caputo: África. Somalia, Sudán, Etiopía y Eritrea. Miseria y violencia.

Alexandra Boulat: Yugoslavia. La única historia sobre el conflicto, con algunos tintes originales.

Philippe Lafond: Vietnam. Un bello viaje a Hué, la capital de los emperadores de Japón.

Nueva China: 100 años de Mao.

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