¡Que se mueran los guapos!
Los peores años de nuestra vida es una ágil, elegante y con frecuencia hilarante comedia generacional, adjetivo por una vez especialmente adecuado para definirla. Habla de un personaje que se diría un sosia rejuvenecido de Woody Allen, un ser a la vez temible cenizo y adorable desprotegido, enamoradizo, patoso, abofeteable, tierno -un personaje, a. decir verdad, en la línea del que el propio Gabino Diego interpretó en Tierno verano de lujuria y azoteas-. Su obsesión es bifronte: las mujeres -su inutilidad para conquistarlas- y el hermano -la asombrosa facilidad con que éste las conquista-. La apuesta del filme, su verdadero resorte, no es otra que hacer que se llegue a querer a este horror de tío, que se sienta cercano, que se participe de sus obsesione!, que se compartan sus -provisionales- triunfos.Primer guión del joven David Trueba, al que el buen cineasta:, que siempre ha sido Martínez Lázaro se pliega con encomiable humildad, "el de Los peores... se resiente a veces, sobre todo en la primera mitad, de algún momentáneo desfallecimiento. Pero es indudable que se trata de un formidable ejercicio de escritura para la pantalla con diálogos sencillamente espléndidos, llenos de gracia y sentido de la oportunidad -que es lo mismo que decir que hace gala de un muy ajustado sentido del gag verbal-, y sabe esconder su complejidad detrás de una sencillez tan aparente como efectiva
Los peores años de nuestra vida
Dirección: Emilio Martínez Lázaro. Guión: David Trueba. Fotografía: José L. López Linares. Producción: Fernando Trueba y E. M. Lázaro, España, 1994. Intérpretes: Gabino Diego, Ariadna Gil, Jorge Sanz, Carme Elias, Agustín González. Estreno en Madrid: Ideal Multicines, Excelsior, Multicines Picasso, Azul, Proyecciones y Plaza Aluche.
Autoironía
Trueba es joven, está dicho, y ambicioso: no está dispuesto a renunciar a la voluntad de estilo ni a una bien entendida carga autobiográfica. Consciente de que en la comedia contemporánea nada puede ser un mero calco de la clásica peripecia hollywoodiana, se permite, con aplaudible autoironía, mechar la acción con elementos de distanciamiento de los que en ocasiones obtiene resultados extraordinarios y algún gag digno de ingresar por derecho propio en la antología de los mejores momentos del género.La bien engrasada maquinaria que facilita el guión sé ve compensada por una dirección extremadamente eficaz de Martínez Lázaro, sobre todo en lo que al trabajo con los actores se refiere. Ciertamente, Diego resulta en ocasiones una auténtica pesadilla, pero no otra cosa es lo que de él se pretende; por si fuera poco resulta un más que aceptable cantante. Ariadna Gil, que ya había logrado el mejor trabajo de su carrera en la comedia anterior de Martínez Lázaro, Amo tu cama rica, vuelve a demostrar que es con diferencia la mejor de su generación en estas lides, con un trabajo ejemplar y medido hasta el último detalle.
No es poco su mérito, puesto que el guión, que se diferencia en esto considerablemente del de la anterior película del realizador, Amo tu cama..., le deja muchas menos posibilidades de lucimiento: la acción se ordena alrededor de Alberto, no de María -incluso se puede decir que el onanismo oral compulsivo del personaje se contagia un tanto a la descripción de los otros, menos ricos en matices-, y Gil sabe darlo todo para no ser literalmente aplastada por las posibilidades de lucimiento de sus partners.
Romántica cuando debe, hilarante cuando el inefable héroe suscita la risa, casi siempre tierna y respetuosa con sus personajes, Los peores años... es una de las mejores comedias españolas estrenadas en los últimos meses y la confirmación, una vez más, de que en las bondades de un buen guion reposa siempre la eficacia. del género. De todos los géneros.
Babelia
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