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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cien días de Mandela

PASA HOY Mandela la prueba de los primeros 100 días al borde del cráter que es la presidencia de la. República Surafricana, y la mejor noticia es que no ha pasado ni pasa nada en ese país; es decir, no ha ocurrido nada catastrófico. Se ha avanzado, pues, enormemente desde los días previos a las elecciones, en los que desde algunas tribus negras a las tribunas de los blancos nazis se prometía un baño de sangre. Ha tenido Mandela, eso sí, tiempo para comprobar la relatividad inmensa del poder, su pequeñez con respecto a la realidad: sobre todo en una sociedad que viene de una profunda miseria, el odio y un miedo sin límites.Esta misma semana decía Mandela que no puede hacer nada en un país donde la gente vive como esclavos, incluyendo entre ellos a sus colaboradores. Miró las nóminas del Gobierno y encontró muchos sueldos de 30.000 pesetas. Preguntó por los de fuera, y le dieron cifras millonarias. En efecto, el propio Mandela ha realizado una política económica -la que estaba en el acuerdo preelectoral- perfectamente conocida, como es la de que sólo sacar a flote a los patronos y empresarios podrá garantizar trabajo para todos, y que esa flotación pasa por el salario reducido y circunstancial. Las 40.000 empresas de la Cámara de Negocios la han aprobado por el momento, y las protestas laborales no son tan fuertes como se podría temer, porque el salto desde la miseria y la persecución ha sido muy largo. En materia de viviendas, educación y sanidad está prácticamente todo por hacer.

Las condiciones de país imposible siguen existiendo en Suráfrica. Solamente el terror que sienten todos, blancos, negros, mestizos o hindúes, de que se pueda volver a los tiempos del crimen o a una guerra civil generalizada y de todos contra todos contiene la erupción. Este volcán peculiar está dentro de otro, el de toda África negra, donde la amenaza es, simplemente, que sus poblaciones desaparezcan de la vida. Puede que ese conjunto de terrores sea lo que realmente les impulsa a seguir adelante. En todo caso, dos imposibles se han colmado: la realidad de las elecciones y la presidencia de un hombre que sigue irradiando prestigio universal. Quizá sea del símbolo que se ha hecho de Mandela en todo el mundo de donde nazcan esta misteriosa estabilidad y las esperanzas de que el tiempo le sea favorable.

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