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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Un abrazo en Cuba

El artículo de Mario Vargas Llosa, publicado el 10 de agosto, lleno de verdades, adolece, sin embargo, de un enjuiciamiento sereno de la situación cubana y sus posibilidades.Como le dije a Mario, hace un par de años, comiendo en el Centro Cubano de Madrid, cuando en 1962 él abrazaba a Fidel Castro yo ya estaba preso, cumpliendo nueve años por el solo delito de haberme opuesto a la dictadura castrista. En esa misma época, muchos patriotas luchaban en las guerrillas de Escambray, pero Vargas Llosa, tal como denuncia hoy de otros, abrazaba al dictador, como él mismo reconoce en un artículo publicado en EL PAÍS en 1992.

La diferencia es que sus opiniones de entonces contribuyeron a confundir al mundo. Un reproche suyo hubiera ayudado a la lucha armada de entonces, cuando todavía había posibilidades si hubiéramos contado con los demócratas del mundo. Hoy no hay posibilidades, ni nadie sensatamente quiere una lucha armada en Cuba. Si no es de forma cruenta, el tránsito a la democracia sólo puede venir de adentro y de sus propios gobernantes. El tiempo ha probado la inoperancia del enfrentamiento con un régimen cuya opresión y control es uno de los más férreos que ha conocido la humanidad.

Si la transición debe ser pacífica, deberá ser a través de un diálogo, y para poder dialogar hay que reconocer al interlocutor. Los que hoy dialogan con Castro y lo tratan de persuadir para que se inicie un cambio en la isla son los que realmente están contribuyendo a la liberación de Cuba.

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Es fácil desde el cómodo exilio regocijarse con las manifestaciones desesperadas de los cubanos, que sólo provocan más represión y muertes, pero no provocarán la caída del régimen porque el golpe final nadie lo va a dar, ni EE UU, ni la OEA o la ONU, pues no han resuelto el problema de los Balcanes, Ruanda o Somalia.

El abrazo en Cuba es como el estrechamiento de manos en Europa. Bienvenidos sean los abrazos a Castro si son capaces de persuadirlo para que inicie la transición pacífica en Cuba.

Un abrazo para usted, señor director, y otro para Vargas Llosa de quien lleva más de 34 años, luchando contra Castro desde una posición democrática, más específicamente, socialdemócrata

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