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Tribuna
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Mensaje urgente

No podemos andar con rodeos. No es posible seguir escondiéndonos todos, seguir escapando de nuestra responsabilidad. España es una yesca que se prende con mirarla y nosotros nos vamos a pasar el verano haciendo fuegos para asar chuletas, para hacer paellas, para quemar rastrojos o las enredaderas del jardín, para disminuir basureros legales o ilegales o para divertirnos en fiestas. Parece que no somos conscientes de dónde estamos.Aunque sí hay personas conscientes. Los más de 20.000 trabajadores movilizados por las comunidades autónomas -responsables de la prevención y extinción de los incendios forestales- que se enfrentan al fuego, que saben que es peligroso y que, sin embargo, con una generosidad que debe hacernos reflexionar, son capaces de jugarse la vida hasta más allá de lo que razonablemente se les puede exigir. Once personas han muerto en un solo día apagando incendios forestales; en el mismo día en el que hubo al menos 200 focos provocados por imprudentes, por temerarios, por sinvergüenzas o, como en el caso de los rayos de las tormentas secas, por el riguroso tiempo que padecemos. Quiero enviar mi solidaridad a las familias de las víctimas y mi agradecimiento infinito por su esfuerzo. Y quiero pedir a quienes trabajan en -tareas de extinción que sean prudentes. Salvar un solo árbol justifica muchos esfuerzos, pero ningún bosque vale una vida humana.

Me gustaría hacer un llamamiento a las conciencias de los ciudadanos para tratar de evitar que se produzcan tantos incendios forestales. Hasta que no seamos conscientes de nuestra responsabilidad, esta plaga nos amenazará cada verano inexorablemente. No se puede seguir pensando que los incendios los hacen otros, sean especuladores madereros o urbanísticos, pirómanos, idiotas o seres desaprensivos y vengativos que quieren escarmentar al vecino o al municipio. No es verdad. Quien diga que la culpa de todos los incendios forestales la tienen ellos, cualquiera de esos ellos, miente con toda la boca. Ya está bien.

En los últimos 30 años, después de un informe exhaustivo, se ha comprobado que ha habido un solo caso de recalificación de terrenos después de un incendio, y ocurrió 29 años después de declararse el incendio. La madera quemada vale menos para el propietario, y sirve peor para el industrial. No somos un país de locos: tenemos pirómanos en la misma proporción que violadores y psicópatas asesinos, como todos los países. Ya está bien de quitarnos la culpa todos.

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La mayoría de los incendios forestales comienzan en fin de semana o después del fin de semana y en una elevada proporción muy cerca de las cuatro de la tarde. Pero quien se deja el fuego de la comida campestre mal apagado y provoca un incendio piensa, al leerlo al día siguiente, que en el mismo bosque que él había un pirómano: jamás que él se dejó el fuego mal apagado. Jamás que es una irresponsabilidad criminal encender fuego en el monte, para lo que sea. Encender fuego en el monte equivale a conducir bebido. Es muy peligroso en todo caso, es una imprudencia siempre.

Se dice, también, que no hay bastantes medios, bastante dinero invertido en esta tarea. Con menos dinero del que este año nos gastamos la Administración central y las autonómicas, los años 1992 y 1993 la superficie recorrida por el fuego fue mucho menor. Pedir más medios, y siguiendo con el ejemplo de las carreteras, equivale a solicitar ambulancias para acabar con las muertes producidas por los accidentes de tráfico. No se puede ir tan rápido, hay que conducir con prudencia: ahí está el problema y ahí está la solución.

Estamos soportando una entrada en el verano con altísimas temperaturas y después de una sequÍa que se prolonga ya por espacio de tres años en algunas zonas. Llevamos casi 50 días de peligro extremo en amplias regiones de nuestro país. Ahora, la mínima imprudencia, un soldador que une en la tragedia los cantos del Liceo de Barcelona y los cantos del bosque de Chelva, un basurero que se aviva, unas bengalas en Doñana, resultan extremadamente peligrosas.

Vamos a dejamos de discusiones políticas bizantinas. Vamos a dejamos de echar la culpa al Gobierno, sea el de la nación o cualquiera de los autonómicos. En todas las comunidades autónomas coinciden anos malos y peores, son los mismos en todas partes. El de 1989 fue un año horrible en toda la cornisa cantábrica, desde Finisterre hasta Irún. El de 1994 es un año de alerta máxima en todo el Levante y Aragón, en Murcia, en Baleares y en Andalucía. Gobierne quien gobierne. Vamos a solidarizarnos todos con nuestro país, con nosotros mismos, con nuestro futuro. Vamos a no encender fuego en el monte, para nada, bajo ningún concepto. Reivindiquemos el bocadillo de tortilla o el canapé de queso, el porrón bajo los pinos y la sandía. Por favor, no haga usted fuego; bajo ningún concepto. Usted se mata en la carretera, ve los muertos a su lado: usted, sin saberlo, está quemando su país.

Luis Atienza es ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación.

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