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Suma y sigue en la 'casa de los horrores'

ENVIADA ESPECIALEl número 25 de Cromwell Street, en el centro de la anodina ciudad inglesa de Gloucester, a unos 200 kilómetros al noroeste de Londres, ha entrado ya en la leyenda de los asesinatos en serie, una de las peculiaridades más genuinamente británicas, dentro de la criminología en general, tras el hallazgo ayer de un octavo cadáver bajo el cuarto de baño de la vivienda. Pero, de creer a los vecinos y periodistas que rodean la casa desde el fin de semana pasado, el 25 de Cromwell Street muy bien puede superar en prestigio al número 10 de Rillington Place, en Londres, donde un tranquilo ciudadano llamado John Christie asesinó a ocho mujeres.

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Un radar de cadáveres

La propia policía, sumamente escéptica al principio, ha reconocido al final que el número de supuestas víctimas del albañil Frederick West, de 52 años, casado en segundas nupcias y padre de familia numerosa, puede doblar la cifra de las hasta ahora encontradas. El caso de Cromwell Street amenaza, según todos los indicios, con arrebatar el récord de asesino múltiple al mismísimo Dennis Nilsen, que fue condenado en 1983 a cadena perpetua después de haber acabado con la vida de 15 hombres.Pese a la excitación general que ha provocado el suceso, no todo ha sido morbo desatado en Gloucester. Anónimos vecinos de esta ciudad donde viven unas 120.000 personas habían depositado ayer junto al muro de un descolorido tono beis de la denominada casa de los horrores, una decena de ramos de flores en memoria de las víctimas.

"Lo que no entiendo es que pueda haber ocurrido algo así sin que los vecinos se enteraran de nada ni oyeran nada", comentaba Hellen Harley, una digna dama en los 60 vestida de negro y maquillada para la ocasión: es decir, para la visita al lugar de los hechos. Después de todo, el domicilio donde los West han vivido 22 años ha superado ampliamente en atractivo turístico a la catedral del siglo XII, joya de Gloucester.

Ante la modesta casita de tres plantas, vigilada por un impenetrable bobby, ha tomado posiciones una verdadera legión de fotógrafos, operadores de televisión, periodistas de a pie y curiosos.

El edificio más fotografiado y filmado de Gloucester dista mucho de ser una propiedad aislada. Situado en el centro de la ciudad, en un barrio hoy degradado y casi marginal, está fianqueado por una casita similar a su derecha y, a su izquierda, por una iglesia de los Adventistas del Séptimo Día en la que ayerno se percibía la menor actividad.

Ventanas sobre el jardín

Una parte del vecindario parecía ya hastiado del trasiego de cámaras y policías, pero otra explota como puede la oscura notoriedad del caso. Se alquilan ventanas sobre el jardín-cementerio y un avispado joven en paro ha impreso camisetas con la leyenda "El regreso de Freddy. Pesadilla en Cromwell Street", que pretende vender a unas 900 pesetas cada una.

La pesadilla es especialmente amarga para los familiares de Lucy Partington, desaparecida en 1978 cuando contaba 21 años, y de Mary Bastholin, que sólo tenía 15 años cuando desapareció para siempre en la ya bastante remota fecha de 1968, ambas en el área de Gloucester. Sus allegados temen que entre los cadáveres hallados en el domicilio de West se encuentren los de ambas jóvenes. Sin embargo y hasta el momento, a West, sólo se le imputa el asesinato de tres mujeres: su propia hija, Heather, desaparecida en mayo de 1987, cuando tenía 16 años; Shirley Robinson, una inquilina de West de 18 años, embarazada de siete meses, y una tercera joven de unos 20 años, todavía no identificada.

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