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La Administración de EE UU teme que la subida de tipos frene la expansión

Antonio Caño

La economía nortamericana ha mostrado en el comienzo de este año tal vitalidad que empieza a hablarse del peligro de recalentamiento, y la Reserva Federal (el banco central de Estados Unidos) ha advertido ya de la necesidad de tomar medidas para evitar que resurjan presiones sobre la inflación. Primer paso: Una subida de los tipos de interés a corto plazo. La Administración del presidente Clinton no ve, sin embargo, ninguna amenaza inflacionista en el horizonte y quiere sostener el buen pulso del crecimiento con bajos intereses.

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"Si observamos el panorama actual, vemos un crecimiento que es compatible con la contención de la inflación. No hay ningún signo que sugiera que las presiones inflacionarias vayan a reaparecer en un futuro cercano", asegura la presidenta del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, Laura Tyson.El presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, no lo entiende de la misma forma: "La historia sugiere que la inflación tiende a aparecer al final de los ciclos de crecimiento... El reto de una buena política monetaria es detectar esas inestabilidades a tiempo de contenerlas. Los tipos de interés a corto plazo son anormalmente bajos en la actualidad. Necesitaremos moverlos hacia un punto más neutral, pero no con el propósito de cortar o limitar la expansión económica sino de sostenerla y confirmarla".

Alan Greenspan tiene sin duda en la memoria el hecho de que las recuperaciones económicas de los años sesenta y setenta se hicieron al precio de un considerable aumento de la inflación, y la de los ochenta a costa de un incremento del déficit público.

La polémica en relación con los tipos de interés refleja, en realidad, las dudas existentes sobre la actual situación económica. ¿Es posible mantener un crecimiento al ritmo del 5,9% que se registró en el últimos trimestre del año pasado? ¿Es ese un crecimiento sano y consolidado?

Consolidado, desde luego, sí parece. Ocho de los once apartados que forman el importante índice de indicadores medios ofrecieron signos positivos en los últimos tres meses de 1993. Se incrementaron el consumo, la producción, los pedidos a las empresas y, de forma espectacular (casi un 10%) las ventas de nuevas viviendas. Descendió la solicitud de subsidios de desempleo.

A lo largo de 1993 la economía norteamericana creó dos millones de puestos de trabajo, que era la cifra prometida por el Gobierno de Bill Clinton. Tyson confía en que ese ritmo se mantenga hasta llegar a 1998 con una tasa de desempleo del 5,4%, un punto menos que en la actualidad.

Para cumplir esa meta, el Gobierno considera que no hay que echar todavía agua al fuego del crecimiento. El aumento del Producto Interior Bruto (PIB) del últimos trimestre, aunque es excelente, no es todavía un récord (en el mismo periodo de 1983 se creció un 11,3%). De hecho, para el primer trimestre de este año se espera que el crecimiento baje de nuevo y que el año 1994 se cierre con un crecimiento del poco más del 3%.

Inflación bajo control

La excelente cifra de inflación (un 2,7% en el año pasado), la mejor desde principio de los años setenta, es otra de las razones que el Gobierno utiliza para intentar retrasar una subida de tipos que puede frenar el pulso económico. Además, 1994 es un año electoral y, por tanto, el Gobierno está especialmente interesado en mantener la sensación de que los negocios vuelven a tener pedidos, los parados a encontrar trabajo y todos a gastar como en los buenos tiempos.Muchos analistas consideran que mantener este ritmo puede ser peligroso. Con el crecimiento actual, opinan los economistas, se puede agotar la capacidad industrial y el mercado laboral, y, como consecuencia, pueden aumentar los precios y los salarios de una forma que provoque inflación.

Aunque Alan Greenspan no cree que esas amenazas sean inmediatas, sí considera que el aumento de los tipos de interés de los créditos a corto plazo, aquellos que están directamente destinados al consumo, despejaría incertidumbre sobre amenazas inflacionarias.

"La mejor contribución que la política monetaria puede hacer a la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos es la de sentar bases estables para el crecimiento", dijo esta semana el presidente de la Reserva Federal ante el Congreso.

Una de esas bases de estabilidad parece garantizada por la política del Gobierno de reducción del gasto público. En eso coincide también Greenspan, y ha sido uno de los grandes incentivos, no sólo para la actividad de las empresas, sino para la recuperación de la confianza de los consumidores.

Reducción del déficit

Esta es la primera vez en 30 años que se consiguen aumentos significativos del producto interior bruto (PIB) al mismo tiempo que se aplican medidas de reducción del déficit fiscal.El otro foco de incertidumbre que ven los más prudentes es el de la crisis en los países a cuyos mercados tiene acceso Estados Unidos. "Los signos de mejoría a corto plazo en Japón y Europa son escasos", asegura el presidente de la Reserva Federal. Aunque las expectativas en el resto de Asia y América Latina siguen siendo positivos, Greenspan considera que es necesario una política de crecimiento que atienda a una todavía baja demanda exterior.

Todas estas preocupaciones e incertidumbres no dejan de ser en Estados Unidos en este momento los problemas que presenta la abundancia. De lo que se trata ya no es de apostar desesperadamente por el crecimiento, como se ha hecho desde 1989, sino administrar adecuadamente la bonanza presente.

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