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Tribuna:ANÁLISIS
Tribuna
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La derecha alemana se rompe

Ha comenzado ya el año electoral y la derecha descubre aterrorizada que la nueva Alemania ya no dibuja el mismo panorama político que le ha permitido mantener la hegemonía durante la mayor parte de la guerra fría. La unificación lo ha cambiado todo y los conservadores tienen que redefinir su identidad. Después de la guerra, el padre de la patria, Konrad Adenauer, consiguió aglutinar en un solo partido democristiano, la CDU, a todo el espectro político situado más allá de la socialdemocracia, con la sola excepción de un reducido partido liberal, que se diferenciaba, precisamente, por su aversión a la tradición del Estado paternalista-social, clásico de la derecha alemana.A lo largo de estos años, en la CDU, han convivido desde cristianos progresistas hasta ultraconservadores nacionalistas. Ahora las costuras se han roto, y lo han hecho precisamente por la línea más débil, por Europa, el tema con el que el canciller Helmut Kohl más se ha llenado la boca. Los denuestos anticomunitarios del primer ministro bávaro Edmund Stoiber, el auténtico actual hombre fuerte de la CSU de Baviera, no son más que un episodio de este desgarro en el que los socialcristianos bávaros, acosados brutalmente por una extrema derecha que amenaza incluso a su propia existencia como partido independiente han tomado la iniciativa.

La selección por el propio Kohl del ministro de Justicia de Sajonia, el polémico Steffen Heitmann, como candidato al puesto de presidente federal, muestra a las claras lo dificil que va a ser que ambas partes lleguen a un acuerdo. Este ingenuo político de la ex RDA, que emite opiniones más propias de una sobremesa dominical que de un presidente de la República, ha conseguido embarazar a una buena parte de la clase política de Bonn, pero ha obtenido el apoyo, no sólo de la CSU, sino también de los Republikaner de Franz Schönhuber.

El canciller, a quien nadie discute su olfato político, vio en él, además de un rival de escasa talla si se le compara con Richard von Weizsäcker, al hombre que recogía el pensamiento de las capas sociales más temerosas de los cambios que traen los nuevos tiempos; al representante de un cierto reaccionarismo rural en el que dan mucho juego conceptos como patria, las críticas a la liberalización de la mujer o el rechazo al proceso de integración europea, lo que podía servir de puente entre las dos alas de su partido. Pero, por una vez, Kohl parece haber calculado mal.

La posibilidad de un cisma en la derecha no puede descartarse. Los alemanes se enfrentan, de aquí al 30 de octubre de 1994 a una maratón electoral de 19 citas con las urnas culminada con unos comicios generales. Si los democristianos y la CSU no consiguen integrar a los votantes más derechistas, el cisma se producirá de todos modos con la entrada de los Republikaner en el Parlamento.

De la estrategia de quienes en el campo conservador optan por dar un giro a la derecha, sirva como ejemplo lo dicho, el jueves, por Stoiber en el Bundestag. Irritado por las risas de algunos diputados, les espetó: "Espero que se enteren fuera de esta casa de como ustedes, a mi lado izquierdo, me ponen en ridículo cuando critico estas cosas. Esto es sólo una prueba de la poca normalidad con la que, en Alemania, tratamos conceptos como el de Nación".

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