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Entrevista:

"El peligro amarillo es verdad"

Se despierta con los pasodobles de Radio Olé camino de la oficina, y se acuesta después de unas buenas sesiones de karaoke. Es socio de una pequeña empresa dedicada al transporte internacional, que aguanta el tirón de a crisis. Miembro de la Federación Madrileña de Peloa, juega todos los domingos frontenis con la Agrupación Deportiva Tres Cantos, en competiciones de los pueblos de la comunidad. Aunque su estado de ánimo es admirable, se queja de que el Ayuntamiento les tenga abandonados en unas instalaciones sin rebote, ni agua, ni luz. Su lema es: "vive y deja vivir", y su filosofía: "mirar hacia delante y luchar hasta el final". Es valenciano, de una tierra muy musical. Todas las semanas, de una tacada, se canta 8 o 10 canciones en la Casa de la Piedra, un tranquilo karaoke oriental a la sombra de la Telefónica, en las inmediaciones de uno de los céntricos barrios chinos de Madrid. La moda del karaoke, del japonés kara (vacío) y oke (orquesta). ha invadido los locales de la ciudad. Alberto puede poner su voz a 3.000 bases musicales de canciones en castellano, inglés, italiano, francés, taiwanés, cantonés, japonés, chino y tagalo.Pregunta. Parece por su gestualidad que vive las canciones a fondo.

Respueta. Seguro que pongo cara de gilipollas... Cuando se siente una canción, hay quien cierra los ojos o se encoge, cada uno pone una cara. Hay veces que pones cara de estreñido, pero es porque no llegas con los pulmones.

P. ¿Qué hace un empresario como usted en un sitio como éste?

R. Paso un rato evadiéndome de los problemas cotidianos. Llegas a casa más relajado y te tomas la vida con más humor. Los orientales lo utilizan desde hace muchos años. Aquí, nos vamos al monte a pegar cuatro chillidos. A mí, como no me dejan pegarlos en la oficina me vengo aquí.

P. ¿Es usted un adicto?

R. Siempre me ha gustado la música y he hecho mis pinitos. Te desahogas y matas el gusanillo que llevas dentro. Hay días que vas de boleros o de canciones italianas, y otros cambias la letra de las canciones en inglés o te descuelgas con El tractor amarillo. En fin, haces un poco el tartaja o el payaso, pero aquí nadie te abuchea, te tira tomates ni se mete contigo. Es barato y lo pasas bien. Quizá sea como una droga, pero una droga sana, barata y que no perjudica a nadie.

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P. ¿Cuál es su hit parade?

R. Son canciones que nunca se pasan de moda. Cuando un amigo se va, de Alberto Cortez; Perfidia, de Edy Gorme y el trío Los Panchos; Santa Lucía, de Miguel Ríos; My way, de Sinatra; Soy un truhán, soy un señor, de Julio Iglesias, y Te quiero, te quiero, Un beso y una flor, Libre, Noelia y todas las de Nino Bravo. Mis hijos me dicen: "Papá, eres un ridículo, con esas canciones sólo vas a enamorar a las pasas de California".

P. ¿Cómo se lleva con sus competidores de Taiwan, Filipinas, China o Japón?

R. Ellos cantan canciones de pena, y al final, te dan ganas de clavarte un puñal. Son como una piña cerrada a la integración. El karaoke es algo importado por ellos, y son ellos los que invaden estos locales.

P. ¿Teme al peligro amarillo, la invasión de las tecnologías made in Japan?

R. Es la verdad. Son muy inteligentes, están invadiendo el mercado dando duros a cuatro pesetas, y nos están jodiendo a todos. Fíjate lo que está pasando en España, las tiendas de Todo a 100 son de los orientales. Nosotros tendremos que darlo todo a 50 pesetas, ¿a ver qué vamos a hacer?

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