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El director del diario 'Oslobodenje' califica de chantaje las negociaciones

Alfonso Armada

La torre del diario Oslobodenje (Liberación) es un símbolo de la ciudad de Sarajevo: uno de los edificios que más impactos directos ha recibido desde que en abril de 1992 empezara la ocupación de Bosnia por los radicales serbios. Los trabajadores han convertido el sótano en un búnquer y allí siguen, pese a la escasez de petróleo y de papel, imprimiendo su diario. Ni un sólo día han faltado a la cita con sus lectores. Kemal Kurspahic sigue siendo su director.A Kurspahic no le cabe duda de que las conversaciones de paz e están utilizando como una forma de chantaje: "O aceptamos lo que nos proponen, lo que supondría aceptar los principios de la limpieza étnica o nos acusarán de ser contrarios a la paz. Si se acepta la división del país se sembrara terror, violencia y nuevos sufrimientos. Eso equivale a seguir los dictámenes impuestos por la política brutal de Radovan Karadzic".

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La redacción ha sido trasladada al centro de la ciudad por motivos de seguridad. Allí siguen empleando la cabeza para pensar cuando todo se derrumba alrededor y el mundo mira en otra dirección. "La presión que se ejerce desde la comunidad internacional a través de sus mediadores, sobre todo David Owen", dice Kurspahic, "se apoya sin piedad sobre las víctimas, no sobre los agresores. Y eso a pesar de que los propios principios en que se basa la comunidad internacional están siendo violados cada día en Bosnia: no alterar las fronteras por la fuerza y la comisión del genocidio de todo un pueblo".

En la redacción de Oslobodenje se vuelve a plantear el viejo dilema Europa y las Naciones Unidas, jugando con dos pesas y dos medidas, parecen decididas a tolerar en Bosnia-Herzegovina que la fuerza de las armas se imponga sobre la razón. Un ejemplo que puede cobrarse en el futuro un precio descomunal.

500 días de asedio

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Como tantos otros ciudadanos de Sarajevo, Resad Koro sigue defendiendo a ultranza la convivencia interétnica, y asegura que si en Ginebra se firma la partición del país eso no significará el fin de la guerra. "A pesar de lo que piensa Europa, en Bosnia no hay una guerra civil, sino una ocupación". La vida de la familia Koro es como la de la mayoría de los habitantes de Sarajevo, que desde hace 500 días resisten en condiciones infames. Porque ya ni siquiera les queda esperanza: "Aquí la paz no vendrá nunca", sentencia Resad Koro con una mezcla de tristeza y dignidad herida.

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