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Los camboyanos votan con entusiasmo pese al boicoteo bélico de los "jemeres rojos"

Juan Jesús Aznárez

ENVIADO ESPECIAL La cocinera de la pagoda levantada junto al río Mekong en su curso hacia el norte de Camboya desconoce a quien ha votado en el primer día de las primeras elecciones generales celebradas aquí desde hace más de dos décadas. "Estaba todo tan obscuro que marqué un nombre a voleo. Pero no me importa, estoy feliz". Como esta anciana, que critica la colonización francesa porque debió pagar el carné de identidad, un 35% de los 4,7 millones de compatriotas registrados votó con entusiasmo ayer, primer día de una consulta de cinco organizada por la ONU para impedir que este pueblo guerrero se siga matando.

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La garantía del secreto

Erick Falt, portavoz de la UNTAC (Autoridad Provisional de la ONU en Camboya) calificó de "estimulante" la alta participación registrada en el primer día de apertura de las urnas. Demuestra, dijo, el interés de los camboyanos por votar y elegir a sus gobernantes. "Somos prudentemente optimistas sobre el desarrollo de los demás días de votación, pero habrá que estar alerta", añadió.Proyectiles de mortero disparados por los jemeres rojos, la guerrilla maoista que rechaza la celebración de las elecciones a pesar de haberse comprometido a ello en el acuerdo de paz de París de 1991, hicieron impacto cerca de dos colegios electorales sin lograr interrumpir su funcionamiento. Dos personas resultaron heridas leves. Además, un pelotón de ese ejército irregular irrumpió en un centro electoral provincial y ametralló las urnas. La emisión del voto continuó después.

Falt informó a última hora de la tarde de ayer que al menos un tercio del electorado ejerció su derecho al voto, algo desconocido para una gran parte de la población, que creció durante el régimen genocida de Pol Pot (1975-1978) y el impuesto por los invasores comunistas vietnamitas. Lo hicieron entre un millón y medio y dos millones de personas.

En la capital, Phnom Penh, la participación se situó en torno al 35%. En su estadio olímpico, principal colegio electoral de todo el país, un policía aseguraba que el principal problema observado fue la agresiva avalancha de periodistas detrás de los principales candidatos. Antes de las ocho de la mañana, hora de apertura de los colegios, cientos de personas formaban largas colas en las proximidades esperando entrar.

El gobernante Partido del Pueblo de Camboya (CCP), ex comunista, parte como favorito, seguido del Funcipec, el frente monárquico que lidera el príncipe Norodom Ranarrid, hijo de Norodom Sihanuk -ex rey y ex presidente de Camboya-. El Partido Budista Liberal Democrático es el tercero en liza. Estas dos últimas formaciones lucharon juntas con los jemeres rojos en una alianza armada de 13 años contra el actual Gobierno. No se descarta una nueva coalición de todas estas fuerzas, ni la exigencia de nuevas elecciones si el CCP gana con mayoría absoluta. Tampoco se descarta que éste se niegue a entregar el poder si resulta derrotado.

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Desconfianza

La desconfianza y el miedo son inevitables en una sociedad con un millón de esquelas durante el trienio administrado por los jemeres rojos, acogotado por una dictadura comunista y mísera que reprimió los 13 años siguientes en nombre de la liberación y la igualdad.

En la puerta del estadio de Phnom Penh, un hombre de 45 años calla mientras el resto de una concentración de unos 200 vitorea y aplaude al príncipe Ranarrid. La pregunta parece brutal porque el miedo al calabozo todavía atenaza: "¿A quien votará usted?". El interlocutor, cristalero, mira al intérprete y duda. Segundos antes, un joven de 23 años había sido incapaz de articular palabra. Por fin se arranca: "Ahora votaré al CPP y en la próxima ocasión apoyaré al Funcipec". Es la ambiguedad de quien teme el palo y a todos quiere contentar.

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