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Un azerbaiyano libera en Estocolmo un avión ruso que había secuestrado en Siberia

Un avión ruso de pasajeros Tupolev 134A, con 82 personas a bordo, fue liberado ayer por la tarde en el aeropuerto de Estocolmo por la persona que lo había secuestrado en la madrugada, un "hombre de nacionalidad caucásica", aparentemente un azerbaiyano, de unos 30 años y armado con una granada de mano. El aparato, que viajaba de la ciudad siberiana de Tiumén a San Petersburgo, había llegado al aeropuerto internacional de Estocolmo hacia las 14 horas (hora española).La policía sueca inició entonces negociaciones con el secuestrador, que pedía un avión con mayor capacidad de vuelo para dirigirse a Estados Unidos con su mujer y un hijo de pocos meses, que le acompañaban.

El pirata aéreo no dio ninguna indicación sobre los motivos de su exigencia, ni tampoco alegó motivos de tipo político. Varios miembros del Gobierno sueco se reunieron en sesión de emergencia para examinar la situación. Su táctica, que resultó acertada, fue la de ganar tiempo para ablandar al secuestrador.

Antes de renunciar definitivamente a su intento, el secuestrador ya había hecho gestos conciliatorios, al liberar por dos Veces a parte del pasaje. Doce personas pudieron desembarcar después de que el avión aterrizara en Estocolmo. Anteriormente, el aparato había hecho una primera escala en Tallin, capital de Estonia, donde fueron liberados otros 32 pasajeros.

El avión había aterrizado en el aeropuerto de Tallin hacia las 7.30 de ayer, hora española, para repostar combustible y poder así continuar vuelo. El pirata aéreo exigía inicialmente que el Tupolev reemprendiera viaje hacia Helsinki, la capital finlandesa.

Posteriormente, una nota del secuestrador leída en la radio estatal estonia decía: "O todos aterrizamos en Nueva York o perecemos juntos aquí". Después de que las autoridades finlandesas comunicaran que no daban permiso para que el avión aterrizara en Helsinki, el pirata aéreo aceptó que el avión se dirigiese hacia Suecia.

Los secuestros de aviones eran comunes en la Unión Soviética a fines de los años 80, cuando todavía era difícil obtener permiso para salir del país. 1990 fue un año récord en la piratería aérea, con más de una decena de secuestros, pero con la desaparición de la URSS éstos disminuyeron notablemente.

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